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A la velocidad del vudón: Cómo los rituales de África Occidental sobrevivieron y caracterizaron dos migraciones históricas

JENNA MULLIGAN  |  15 DE AGOSTO 2020 |  TRADUCIDO DEL INGLÉS  |  ROUTED Nº11
Jenna Mulligan photo 1 Lafayette Theatre

Estreno de Macbeth en el Teatro Lafayette en Harlem. Fuente: Library of Congress American Memory Collection.

El paisaje sonoro del festival Epe Ekpe, una celebración tribal anual en Togo, está marcado por los golpes de los tambores. El ritmo de esta música es tan sagrado y significativo como los muchos otros actos rituales del festival, que celebra a los ancestros y a las familias de la comunidad y da la bienvenida a un nuevo año. Dicen los músicos que los tambores tienen un poder de conexión que no consiguen frenar las distancias físicas. Los familiares lejanos en las Américas pueden oír la música y saber que están conectados espiritualmente a su hogar.

 

El instrumento ha viajado hasta asentarse muy lejos de Togo y de los países de África Occidental donde se originó. Junto con él, los rituales y creencias arraigados en esta tierra tomaron nuevas formas, reflejando el poder y posicionalidad cambiantes de las personas negras en las colonias francesas, los puertos del Caribe y las colonias británicas de Norteamérica que se convertirían en Estados Unidos. La espiritualidad del vudón, ahora conocido en sus formas de vudú y hoodoo, fue preservada por la población esclavizada, a pesar de la determinación de muchos esclavistas y colonizadores de imponer creencias cristianas para reemplazarla. Durante cientos de años, ha funcionado como una forma de resistencia, una celebración de la comunidad y un refugio para practicantes que buscan protección ante el peligro.

 

En los centros urbanos contemporáneos de aquellas antiguas colonias norteamericanas, surgen las protestas del movimiento Black Lives Matter tras la muerte de George Floyd. El paisaje sonoro de estas reuniones está marcado por las voces del liderazgo negro, que ha guiado las manifestaciones contra la opresión perpetua de las personas negras a través de la violencia racista y la brutalidad policial. Las voces llenan el espacio digital de las redes sociales y su eco resuena por las calles y las comunidades como golpes de tambor.

 

Un siglo antes de esta ola de protestas que se extendieron desde Mineápolis hasta Washington D.C., desde Brooklyn hasta Oakland, una corriente de afroamericanos migrantes se marcharon de los estados del sur, huyendo de la violenta desigualdad y de la falta de oportunidades que amenazaban sus vidas allí. A lo largo de cinco décadas, seis millones de personas se trasladaron a ciudades del noreste como Chicago, Detroit y Nueva York, buscando un refugio frente a las políticas de Jim Crow y los valores comunitarios derivados de la supremacía blanca. Esta Gran Migración influyó en las prácticas culturales de los centros urbanos y, en algunos barrios, dio forma a comunidades caracterizadas por la economía, el arte y la educación negros. Harlem, al norte de Manhattan, fue uno de estos barrios.

El Renacimiento Negro en Nueva York

 

El Renacimiento de Harlem de 1920 y 1930 fue una explosión de literatura, teatro y música. En esta nueva ola de creación, canalizada a través de escenarios y obras impresas, era frecuente incorporar personajes y motivos que representaran la experiencia negra de principios del siglo XX. A pesar de la migración, estos artistas de Harlem estaban temporalmente próximos a las experiencias de la emancipación y la historia de generaciones de esclavitud que había expuesto a los afroamericanos a la violencia, la explotación y la injusticia. Los foros artísticos reflejaban esta realidad y conectaban con el público negro a través de narrativas que estructuraban el poder en la sociedad de maneras alternativas.

 

Tomemos por ejemplo la adaptación de Macbeth de Shakespeare, representada por un elenco plenamente negro en el Teatro Lafayette en Harlem. Esta producción, apodada “El Macbeth Vudú”, se estrenó en 1936 y atrajo unos 300.000 espectadores que asistieron a la obra original de Shakespeare modificada por una nueva escenografía, estilo y misticismo. La brujería escocesa había sido sustituida por vudú afrohaitiano en el guion.

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Interpretación de Macbeth en el Teatro Lafayette de Harlem. Fuente: Library of Congress American Memory Collection.

El profesor haitiano Leslie Desmangles explica que el vudú haitiano, formalmente denominado vudón, es una red compleja de proverbios espirituales, éticas generacionales, cuentos de folklore y sistemas de prácticas médicas, entre otros.

 

En la producción de Orson Wells de Macbeth, la práctica quedaba representada en posesiones espirituales, el culto ritual a varios espíritus conocidos como loas, y a través de la vertebración musical de los tambores.

 

Con la popularidad de la obra en el Teatro Lafayette, el público blanco tomó también conciencia de la existencia del vudú, extendiéndose entre la sociedad en general la noción de una práctica espiritual que había viajado entre continentes durante el comercio transatlántico de esclavos y que era común en estados del sur y del norte a mediados del siglo XX.

 

Al tiempo que se exponía al público a la trama de las posesiones espirituales afrohaitianas, Zora Neale Hurston, Bessie Brown, and Oscar ‘Papa’ Celestin incorporaron en su prosa y sus canciones el vudú y su homólogo de Luisiana, el hoodo o conjuring. La famosa reina del vudú de Nueva Orleans Marie Laveau, protagonista de la obra de Celestin, trata de vengarse de un amante que la engañó utilizando la espiritualidad para dominarlo y destruirlo.

El vudón, una práctica cultural cambiante

 

Las variaciones en la vasta práctica del vudú, representadas en estas producciones de Harlem del siglo XX, muestran cómo había cambiado la religión con las necesidades circunstanciales de la experiencia negra en el Caribe y Norteamérica. Durante cuatro siglos, los descendientes esclavizados y libres de África Occidental continuaron practicando vudón en Haití y hoodoo en Nueva Orleans; pero los contextos de ambientes y experiencias cambiantes, los rituales e ídolos se fueron adaptando.

 

A finales del siglo XVIII en Haití, el vudú prosperó entre las comunidades de esclavos a pesar de la popularidad del catolicismo. Algunos loas desempeñaban nuevas funciones como protectores e ídolos a los que los individuos dirigían sus plegarias. En este período que llevó a la revolución haitiana contra los esclavistas coloniales, el espíritu nigeriano de la caza y la guerra se convirtió en Ogou, el líder militar espiritual de las batallas contra la opresión.

 

De manera similar, el vudú respondía a la falta de control sobre sus vidas que sentían los esclavos en los estados del sur. Según la autora e historiadora del hoodoo Yvonne Chireau, el empleo de fetiches y conjuros era una forma de buscar la realización personal y la protección en momentos de peligro.

 

Conclusión

 

El comercio transatlántico de esclavos y la Gran Migración fueron viajes muy diferentes; pero ambas migraciones, prolongadas y de enormes proporciones, dieron forma a los Estados Unidos contemporáneos.

 

Los millones de ciudadanos negros que emigraron de los estados del sur durante la Gran Migración tenían complejos motivos que incluían la necesidad de huir de la intolerancia, pero iban más allá. Existían factores de atracción como las oportunidades y la representación que Harlem podía ofrecer en los años treinta. Las familias dejaban atrás todo lo que habían conocido hasta entonces en busca de este objetivo.

 

Esta acción de realización personal se hacía eco de los poderes de los loas y la caracterización de los practicantes de vudón, representados en el teatro y las canciones.

 

Las creencias del vudón perduraron durante siglos y a millas de distancia de Togo y otras naciones africanas donde se originaron. El Teatro Lafayette se llenaba noche tras noche con los sonidos de los tambores. Superando la opresión religiosa, las sublevaciones populares y una percepción pública cambiante, la práctica del vudú —maleable en sus formas— siguió adelante.

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Jenna Mulligan

Jenna Mulligan es escritora, educadora y experta en migraciones, y procede de la región sudeste de EE.UU. Es estudiante de posgrado en el Departamento de Estudios de Desarrollo en SOAS (Universidad de Londres), donde se especializa en acceso de los migrantes a la información y la representación de los migrantes en los medios. Puedes hacer llegar preguntas o comentarios a Mulligan a través de mullig.jen@gmail.com

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