ROUTED Nº11
Legados inmigrantes: Las pequeñas cosas traídas en la maleta
En el onceavo número de Routed, exploramos con nuestros lectores el hogar y los objetos, prácticas y expresiones culturales asociados a estos que se convierten en legados cuando una persona está lejos de su tierra. Las personas en movimiento siempre llevan consigo tradiciones, recuerdos y un vínculo que se extiende tanto a través del tiempo como del espacio.
Desde los inmigrantes que reinventan culturas culinarias en Copenhage, hasta las sopas que unen generaciones de personas jemeres desplazadas o conectan la diáspora nigeriana con su lugar de origen, pasando por el papel del sinigang como símbolo del intercambio transnacional entre Filipinas y Japón, la comida es una medio común de encontrar aceptación en una nueva cultura o conservar la idea del hogar. De la misma manera, la tetera turca ayuda a su propietaria a trascender fronteras, y la omnipresente trivialidad del yogur búlgaro adopta una significancia política cuando se lleva al extranjero. En Oxford, el proyecto Mixing Matters celebra la rica herencia culinaria de sus comunidades diversas, recurriendo a recuerdos íntimos inscritos en acontecimientos sociales más amplios.
Los rituales y las historias también son una manera de formar legados. Algunos toman significados nuevos al cruzar las fronteras, mientras que otros se transmiten de generación en generación y, como el compartir un mate, están extendidos por todo el mundo. Construir tradiciones intergeneracionales a través de un viejo cuento de Navidad, ajado por el paso del tiempo, puede ser esencial para crear un sentimiento de pertenencia. La idea de hogar —un lugar de conflicto y crecimiento, pertenencia y desarrollo— puede mantenerse viva a través de las nuevas tecnologías que permiten a los migrantes alternar con facilidad entre el pasado y el presente, al tiempo que una instalación de vídeo crea un diálogo sobre migración de España a Argelia. Otras personas forjan una identidad bicultural entre EE.UU. y México, repasando la política de la frontera a partir de la fotografía de un ser querido; mientras, los inmigrantes mexicanos se ven obligados a renunciar a su lengua materna y aprender inglés.
Las fiestas de Balkan beat y una máscara de lucha libre mexicana sirven para plantar cara a la soledad y la nostalgia del hogar y para hacer amigos nuevos, mientras los objetos en un campo de refugiados palestinos en Líbano simbolizan la esperanza, la desesperación y las historias de la Nakba que les expulsó de su tierra. Las historias de hogar, pertenencia y refugio se comparten en el Museo de la Infancia y la Guerra en Sarajevo, mientras que el significado del hogar durante la actual pandemia adquiere una nueva dimensión. La nostalgia con frecuencia abruma a quienes están lejos de casa y se convierte en temática de libros. Los objetos de Judaica cuentan las historias y legados de los judíos a través del tiempo y del espacio, y otros autores nos invitan a preguntarnos qué ocurre cuando los objetos se pierden, subrayando la importancia de escuchar y grabar los relatos de los inmigrantes para recordarnos a nosotros mismos de nuestras propias historias. Los relatos de viajes fluyen a través de los elementos que adornan las estanterías y las paredes de nuestras casas, y del lenguaje que empleamos para hablar de lo cotidiano.
Las personas en movimiento pueden encontrar a veces solidaridad contra todo pronóstico, desde quienes viven en el campo de refugiados de Dzaleka en Malawi, hasta los estudiantes inmigrantes que celebran su identidad cultural en Hong Kong, pasando por el crisol de culturas de montañeses de las tierras altas y habitantes de Delhi en un rincón de India. Los inmigrantes yorubas en Canadá siguen vistiendo aso-ebi en ocasiones especiales, como expresión de identidad y conexión. Un tablero de ajedrez en Grecia vincula el activismo y el anarquismo y ayuda a educar a cientos de niños. La práctica del vudú se mantiene en Nueva York, resistiendo a la opresión religiosa, las revueltas comunitarias y la opinión pública cambiante.
Mientras muchas personas en todo el mundo continúan fijas y sin poder moverse a consecuencia del COVID-19, esperamos que estas historias de las pequeñas cosas en la maleta recuerden a nuestros lectores los legados de movilidad presentes en nuestras vidas. Una vez más, agradecemos a todos los autores su generosidad al compartir sus voces y sus historias.