La cobertura mediática de la migración y la movilidad durante la pandemia de COVID-19 se ha centrado mayormente en la situación de los migrantes en campos de refugiados o en los migrantes económicos varados fuera de sus países de origen. Pero, en realidad, existen múltiples niveles de restricciones de la movilidad derivadas de la pandemia, tanto dentro como fuera de las fronteras de los países, que están teniendo distintos impactos negativos sobre los migrantes.
En Pakistán, la movilidad ha quedado severamente restringida no solo por la cancelación del tráfico aéreo internacional, sino también por la suspensión del transporte por carretera y ferrocarril entre ciudades y dentro de estas. Esto ha dejado a miles de pakistaníes fuera del país atrapados fuera del país, pero también a muchos en el interior. Además, los confinamientos en las ciudades han dejado a muchos migrantes indocumentados y/o apátridas de Afganistán sin ningún acceso a ayudas ni la posibilidad de desplazarse.
En Pakistán, las restricciones a la movilidad de los migrantes más vulnerables durante la pandemia se ven reflejadas principalmente en tres niveles:
Internacional
En la actualidad hay aproximadamente 11 millones de migrantes económicos pakistaníes en el mundo. El 90% está radicado en los países del Golfo. Después de que Pakistán cerrara sus fronteras el 25 de marzo, estos migrantes —mayormente trabajadores semicualificados y poco cualificados— se vieron atrapados en Emiratos Árabes Unidos, Baréin, Kuwait, Omán, Qatar y Arabia Saudí. Pakistán acabaría por poner en marcha un programa de repatriación para traer de vuelta a muchos trabajadores desde el Golfo a finales de abril. Sin embargo, al regresar, muchos de ellos dieron positive en COVID-19 y pasaron la cuarentena en instalaciones del estado inmediatamente después de su llegada, sin poder contactar a sus familias al no tener teléfonos locales. Todavía hay muchos que siguen atrapados en el extranjero. Las relaciones entre Pakistán y EAU, uno de los principales destinos de los migrantes económicos pakistaníes, también se vieron afectadas cuando el gobierno de Pakistán acusó a las autoridades emiratíes de haber infectado a los migrantes retornados con condiciones de vida insalubres.
Pakistán también acoge a muchos afganos sin papeles, que habitan sobre todo en la ciudad de Karachi. Muchos de los que vivían en asentamientos irregulares de refugiados en Karachi no pudieron acceder a la ayuda social de emergencia del gobierno durante la pandemia, dejándolos sin más opciones que regresar a Afganistán. Cuando empezaron a circular historias de refugiados afganos abandonados a su suerte, el gobierno afgano solicitó a Pakistán que abriese temporalmente sus fronteras terrestres para permitirles regresar. A principios de abril, miles de migrantes afganos cruzaron precipitadamente a Afganistán, llevando también consigo la amenaza del contagio.
Nacional
Mientras Pakistán comenzaba a tomar medidas para frenar la expansión del virus, las autopistas nacionales del país fueron cerradas a todo tráfico público, con la excepción del transporte de bienes y servicios. Como consecuencia, también se cortó la circulación de millones de trabajadores migrantes estacionales de todo el país, muchos de ellos empleados en el pujante sector agrícola de las provincias de Sindh y Punyab, que no pudieron regresar junto a sus familias.
Pakistán tiene en la actualidad casi 9 millones de migrantes internos estacionales que trabajan desplazándose por sus cuatro provincias. Con la suspensión del transporte público entre las provincias y ciudades, muchos no pudieron permitirse el coste del transporte privado, incrementado además con la limitación de dos personas por vehículo establecida por el gobierno. Cuando Pakistán, como otros países, empezó el confinamiento, la amenaza de que millones de estos migrantes estacionales internos fueran despedidos se añadió a sus problemas. Aunque, al contrario que en la vecina India, no emprendieron el peligroso viaje a pie, estos migrantes quedaron no obstante varados en sus viviendas temporales bajo la amenazas inminentes de los desahucios y el desempleo.
Local
Los confinamientos en los principales centros urbanos de Pakistán también conllevaron la cancelación del transporte público dentro de las ciudades. En Karachi, el centro financiero del país y hogar de (extraoficialmente) casi 20 millones de personas, esta prohibición dejó desamparados a millones de trabajadores cuya única forma de trasladarse a través de esta ciudad inmensa era el transporte público. A pesar de que el confinamiento hizo que cerrasen la mayoría de los negocios, los trabajadores esenciales seguían necesitando un medio de transporte hasta sus puestos de trabajo. Otros, como los jornaleros sin fuentes de ingresos, desafiaron las prohibiciones del transporte y decidieron convertirse en migrantes económicos, marchándose de las ciudades y cambiando de provincia en busca de empleo y utilizando cualquier forma de transporte que pudiesen encontrar, legal o ilegal. Los que permanecieron dentro de la ciudad terminaron quedando acordonados en sus barrios, incapaces de moverse con libertad en detrimento de sus medios de vida.
Análisis
En todos los casos, las restricciones a la movilidad reflejan el movimiento constante en la vida de los migrantes, tanto internos como internacionales. En el caso de los migrantes económicos internacionales, la cuestión de los derechos de los migrantes en el extranjero ha cobrado protagonismo. La mayoría de los trabajadores pakistaníes en el Golfo no han recibido el apoyo suficiente del gobierno pakistaní en cuanto a la protección de sus derechos en el extranjero. Esto incluye el derecho a la repatriación en emergencias, como demostró la respuesta extremadamente lenta y evasiva de Pakistán a la hora de traer de vuelta en avión a sus ciudadanos.
De la misma manera, las formas ineficientes de movilidad dentro de Pakistán incluyen un sistema de transporte endeble en la principal ciudad del país, que perjudica a sus propios residentes, ya no digamos a los refugiados y a los migrantes indocumentados. Lo mismo cabe decir de los trabajadores migrantes estacionales que, como los migrantes internacionales, no tienen acceso formal a las medidas de protección social. Estas severas limitaciones a la movilidad solo se ven magnificadas por la pandemia.
Aunque la pandemia ha convertido en migrantes prácticamente a todo aquel que quedase varado fuera de su hogar, lo cierto que es que también ha afectado a la movilidad y, como resultado, las formas de sustento incluso de aquellos que no son técnicamente migrantes. Esto demuestra que, en todas las escalas geográficas del trabajo, la movilidad es clave para asegurar el acceso seguro de los migrantes no solo a sus familias, sino también a sus medios de vida.
Themrise Khan
Themrise Khan es una profesional independiente del desarrollo con más de 25 de experiencia en desarrollo internacional, políticas sociales, género y migraciones globales. Está radicada en Karachi (Pakistán) y escribe en el blog www.lamehdood.wordpress.com
Twitter: @themrise