Si bien los costes sociales y económicos de los confinamientos, las prohibiciones de viaje y el distanciamiento social se centraron inicialmente en los migrantes internacionales, se ha venido prestando cada vez mayor atención a la situación de los migrantes internos. El Banco Mundial estima que el volumen de la migración interna en el mundo es aproximadamente dos veces y media superior al de la migración internacional. En India, unos 40 millones de trabajadores migrantes internos, sobre todo en la economía informal, se vieron gravemente afectados por el confinamiento del COVID-19 decretado por el gobierno.
Con el parón inicial de los sistemas de transporte, muchos no pudieron recurrir a estas opciones de viaje para regresar a sus casas y a sus pueblos, lo que se tradujo en viajes de vuelta angustiosos. Los que consiguieron llegar a casa se encontraron en algunos casos con que los pueblos les negaban la entrada por miedo al contagio. Las impactantes imágenes de migrantes desesperados, obligados a caminar, mostró la enormidad de la crisis, así como alguno de los desafíos planteados por un confinamiento prolongado en India donde tantas personas viven con lo justo y no pueden permitirse no trabajar.
1. La mayoría invisible – Los trabajadores migrantes en India y la economía informal
El fracaso total del gobierno a la hora de anticipar las necesidades de este grupo, y el consiguiente sufrimiento que esto causó, ha hecho visibles a un gran número de trabajadores que experimentan precariedad laboral y con frecuencia viven solo con lo justo. Un desafío fundamental es la falta de datos robustos sobre la magnitud de la migración interna. Aunque existen muchas estimaciones, no existe un sistema sólido de recolección de datos para registrar los flujos de migración temporal, estacional y circular. Sin embargo, se estima que más del 90% de los trabajadores en India participan en la economía informal, con estados como Uttar Pradesh o Bihar en los que se encuentran más del 80% de los trabajadores.
Una reciente encuesta oficial sobre la población activa estimaba que más del 71% de las personas con un salario regular que trabajan en sectores no agrícolas no tenían un contrato laboral escrito. Cerca de la mitad de los trabajadores no cumplen los requisitos para optar a las prestaciones de la seguridad social. Los jornaleros son especialmente vulnerables, sin acceso o con un acceso limitado a la seguridad social y viviendo mayoritariamente en la pobreza. Viven al día, con lo que la pérdida de sus formas de sustento se ha traducido en la falta de dinero para pagar alquileres y comida. Las mujeres se han visto afectadas bien por su género y sus responsabilidades como cuidadoras, bien como miembros de castas y comunidades desfavorecidas.
El COVID-19 ha afectado masivamente a este grupo de trabajadores. La Stranded Workers Action Network encontró que al 50% de los trabajadores les quedaba comida para menos de 1 día; al 74% les quedaba menos de la mitad de sus sueldos diarios para el resto del confinamiento; y el 89% no habían cobrado nada de sus empleadores durante el confinamiento.
2. Acceso a redes de protección social
Según las actas de un proceso judicial del Tribunal Supremo, los campamentos de emergencia albergan a unos 660.000 trabajadores; unos 2,2 millones de personas también dependen de ayudas alimentarias de emergencia. La pérdida de empleos y la inseguridad alimentaria y de vivienda ha dejado a este grupo en una situación altamente vulnerable.
En marzo de 2020, en respuesta al COVID-19, el gobierno indio creó el Pradhan Mantri Garib Kalyan Package (PMGKB), un paquete de ayudas de 22.600 millones de dólares. El Banco Mundial anunció 1000 millones de dólares de financiación para acelerar las ayudas a la protección social, en parte a través del PMGKB. Esta ayuda funcionaría en paralelos a otras iniciativas previas como el Sistema de Distribución Pública (PDS), que cubre a 800 millones de personas, y las Transferencias de Beneficios Directos (DBT). Esta inyección de dinero podría contribuir a abordar uno de los principales desafíos a los que se enfrentan los fragmentados y desiguales programas de protección social en India: la insuficiencia de financiación. El gasto de India en protección social pública sin contar la sanidad es solo del 1,3% del PIB.
Sin embargo, hay también otros desafíos que superar. Uno es cómo garantizar la coordinación y la cobertura en el interior y a través de distintos estados. El segundo es cómo integrar los múltiples programas en un único sistema al que se pueda acceder en cualquier punto del país, especialmente importante cuando hay muchos trabajadores en movimiento. Hay una necesidad urgente de un sistema comprehensivo, que se sea flexible y se adapte a las necesidades y proporcione una ayuda financiera y social adecuada.
Otro problema de cobertura tiene que ver con el uso de transferencias directas de efectivo para ayudar a las personas afectadas por la pérdida de su sustento, que se hacen mediante un depósito de fondos en una cuenta bancaria. Estas medidas no tienen en cuenta el elevado número de personas que no tiene acceso a los bancos y que no podrán acceder a estas ayudas.
3. Impacto más amplio sobre las formas de sustento y las remesas
Existe un riesgo de que, con el confinamiento prolongado y la posibilidad de nuevas olas de infección, la escasez de mano de obra pueda afectar negativamente a la economía. Hay una necesidad mayor de apoyar la reincorporación al trabajo y de apoyar las formas de sustento. Los datos de la National Survey Sample muestran que entre 2007 y 2008 las remesas internas ascendieron a 10.000 millones de dólares. Estas transferencias domésticas financiaron más del 30% de todo el consumo de los hogares en los hogares receptores de remesas.
Pero la futura migración laboral se verá probablemente muy afectada. Las restricciones comienzan a relajarse, y los empleadores y negocios no pueden necesariamente contar con mano de obra barata disponible. Habiéndose enfrentado a la pobreza y a las dificultades, muchos podrían querer quedarse cerca de sus familias y de sus redes de apoyo local. Como Irudaya Rajan apunta en The New Humanitarian, es probable que “se produzca una disminución de la migración a larga distancia en India después de esto”, ya que muchos migrantes tendrán miedo a volver a quedarse desamparados. Esto sería inmensamente perjudicial para estimular la economía puesto que la migración inversa podría hacer caer los salarios y en consecuencia la demanda.
Otro problema podrían ser los trabajadores migrantes retornados, que han estado trabajando en el extranjero, más de la mitad de ellos en el Golfo. No está claro si, y en su caso cuándo, podrán regresar los migrantes a sus trabajos, y el Banco Mundial estima que las remesas de este grupo podrían caer un 23%. Sin embargo, llama la atención el apoyo que India ha prestado a este grupo (la Misión Vande Bharat ha desplegado aviones y buques para ayudar al retorno de los trabajadores migrantes, especialmente los grupos vulnerables), en marcado contraste con la falta de preparación y cuidado para con los migrantes internos. Un factor que podría explicar esto sería el volumen de las remesas que estos trabajadores migrantes traen a la economía india, pero eso sería pasar por alto la contribución de las remesas internas, sobre las que hay datos mucho menos sólidos.
Pero los desafíos actuales pueden ser también una oportunidad. La escala de la crisis migratoria ha hecho visible a una población de trabajadores a menudo ignorada. Con voluntad política e inversión a nivel federal y estatal esta podría ser una oportunidad para transformar las formas de vida y sustentos.
Mientras el debate gira hacia cómo estimular las economías y hacer que las personas puedan volver al trabajo, es imperativo que las autoridades reflexionen sobre cómo crear una sociedad más justa, que invierta en sanidad y que tenga un sistema de protección que ayude a los miembros más vulnerables de la sociedad. Los migrantes no son solo objetos de caridad que necesitan ayuda. Los migrantes internos son generadores de ingresos fundamentales que juegan un papel vital en la sociedad india y que no deberían volver a ser ignorados nunca más.
Champa Patel
La Dra. Champa Patel dirige el Programa de Asia-Pacífico de Chatham House desde septiembre de 2017. Antes de incorporarse a Chatham House fue directora regional/consejera sénior de investigación para el Sur de Asia, Sudeste de Asia y las Oficinas del Pacífico de Amnistía Internacional, encargada de dirigir la investigación, las campañas, los medios y el activismo para la región. Antes de Amnistía, trabajó en salud pública durante casi una década, centrándose en niños vulnerables, refugiados, solicitantes de asilo y trata interna de personas. Es profesional visitante y examinadora externa de la Universidad de York, profesora honoraria de la Universidad de Nottingham y miembro del consejo editorial de Human Rights Quarterly.
Twitter: @patel_champa