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Atascada en la frontera: El transporte de ayuda humanitaria desde Suecia hasta los Balcanes Occidentales

DEJAN ALEMPIJEVIC  |  18 DE ABRIL 2020  |  ROUTED Nº9  |  TRADUCIDO DEL INGLÉS
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“Debido a la lentitud de los procesos burocráticos, muchos camiones tuvieron que esperar en la frontera entre Hungría y Serbia durante varios días”. Cortesía del autor.

Hoy en día, muchos países en vías de desarrollo y en transición encuentran difícil competir en la carrera global por las inversiones económicas y la cooperación. En este contexto, muchos países se apoyan en sus diásporas y de las organizaciones de emigrantes como potenciales donantes e inversores. Serbia y Bosnia y Herzegovina, donde un tercio de la ciudadanía vive en el extranjero, son dos de los países que confían en la cooperación económica de su diáspora organizada. Basándome en las entrevistas que realicé a miembros de organizaciones diaspóricas serbias y bosnias en Suecia, exploro aquí las maneras en que la ayuda humanitaria se ha venido transportando desde Suecia hasta los Balcanes Occidentales.

La mayoría de los proyectos transnacionales que llevan a cabo las organizaciones de la diáspora en Bosnia y Serbia son de naturaleza humanitaria y están relacionados con causas sociales. Las graves inundaciones de 2014 y 2017 hicieron unirse a personas de distintas organizaciones de la diáspora para poner en marcha actividades conjuntas. Realizar proyectos humanitarios es una de las maneras que tienen los emigrantes de apoyar el desarrollo de su país de origen. Estas actividades humanitarias están motivadas por sus conexiones y lazos afectivos, así como por la obligación moral que sienten de ayudar a los amigos y familiares que están allí. Las organizaciones de migrantes en Suecia recogieron toneladas de comida, ropa y material médico en 2014 y 2017, donado no solo por las comunidades serbia y bosnia sino también por la sociedad sueca.

Uno de estos envíos fue el objeto de algunas de mis entrevistas. Los alimentos y artículos de ayuda humanitaria recogidos fueron enviados en grandes camiones desde Suecia hasta las zonas afectadas por la inundación en el occidente de Serbia. Debido a la lentitud de los procesos burocráticos, muchos camiones tuvieron que esperar en la frontera entre Hungría y Serbia durante varios días. Los entrevistados explicaron que eran conscientes de que las instituciones nacionales estaban siendo especialmente lentas en aquella ocasión, así que no estaban sorprendidos de la ineficiencia del Estado en momentos de urgencia. Como explica uno de los entrevistados:

Yo entiendo que cuando las mercancías están entrando en grandes cantidades por la frontera serbia, es necesario examinarlas cuidadosamente, porque no estamos registrados como una organización benéfica, sino de la diáspora... Después de unos días, parecía que el sistema entero que tienen allí hubiese dejado de funcionar, y eso a veces puede ser frustrante.

Otro ejemplo de malas prácticas afectó a un proyecto que recogía y compraba sillas de ruedas eléctricas para el hospital de Novi Sad, Serbia. De acuerdo con la persona que estaba a cargo de este proyecto, consiguieron más de veinte sillas de ruedas. El primer problema fue el transporte, ya que las sillas de ruedas tardaron más de dos semanas en viajar de Suecia a Serbia, y durante varios días perdieron la localización del envío. Conviene señalar que este proyecto se realizó después de la llamada “crisis migratoria”, cuando los controles fronterizos entre Serbia y Hungría se volvieron aún más estrictos de lo que ya eran. Cuando el envío llegó al hospital, solo había diez sillas de ruedas. Los representantes de la diáspora afirman que los problemas del transporte y la corrupción son los mayores obstáculos a la hora de llevar a cabo estos proyectos. Como dijo la encargada del proyecto:

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Podemos de alguna manera intentar entender la situación en los Balcanes, pero no será posible mejorarla hasta que cambien las circunstancias políticas y sociales en Serbia y en la región. Solo podemos esperar que los políticos, las organizaciones y las personas de los Balcanes Occidentales, así como las autoridades fronterizas de Hungría, estén algún día más abiertos a la colaboración, porque eso nos facilitaría mucho las cosas. A veces parece que esperan de nosotros que recaudemos y enviemos dinero, pero no entienden que no estamos obligados a ello, es nuestra libre elección.

Los miembros de la diáspora entrevistados reconocieron que el mayor problema en el pasado ha sido la falta de colaboración entre las organizaciones de migrantes en Suecia y los gobiernos de los Balcanes Occidentales. Las organizaciones de la diáspora son conscientes de los inconvenientes que suponen la corrupción de las instituciones de gobierno y la lentitud de las respuestas administrativas. Además, muchos líderes y coordinadores comparten la opinión de que la realización de actividades similares de naturaleza humanitaria se encontrará con los mismos problemas logísticos en el futuro.

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Dejan Alempijevic

Dejan estudió un máster en Migraciones y Relaciones Interculturales (EMMIR) dentro del Programa Erasmus Mundus y concedido por la Universidad de Oldenburg.  Anteriormente, Dejan obtuvo un grado en Etnología y Antropología Sociocultural en la Facultad de Filosofía de la Universidad de Belgrado. Dejan fue seleccionado como participante en el Servicio Voluntario Europeo (EVS) y pasó un año en Berlín, trabajando en el centro para jóvenes y migrantes. Activista del cambio social, Dejan ha vivido y trabajado en Kosovo, Macedonia del Norte, Noruega, Alemania y Suecia. En la actualidad, trabaja como consultor sobre migración internacional e investigador en la Fundación Westminster para la Democracia en Belgrado.

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