De WeChat a Clubhouse: La diáspora china en busca de la libertad de expresión online
GRETA LAI | 14/07/2021 | ROUTED Nº16 | TRADUCIDO DEL INGLÉS POR MAGDA R. DEHLI
Imagen de Dmitry Mashkin en Unsplash.
Con más de 1.200 usuarios activos al mes en todo el mundo, la app China WeChat es una plataforma integral que combina las funciones de Facebook, Instagram, WhatsApp, Uber y Apple Pay en un ecosistema digital en el que los usuarios pueden desarrollar sus vidas digitales. Esta potente app es popular en China y también en el resto del mundo, con un número estimado de entre 100 y 200 millones de usuarios internacionales.
Uno de los motivos de su popularidad dentro de China es que el gobierno chino restringe el acceso a otras redes sociales, incluido Facebook, así como a muchas otras áreas de internet, con lo que quedan pocas opciones más allá de usar WeChat. El contenido de WeChat está sujeto a una censura y vigilancia intensas por parte del gobierno chino. Además, dada la importancia de WeChat en China, la diáspora china no tiene otra alternativa que usar esta app para conectar con familiares y amigos en el país, lo que los expone a la maquinaria de vigilancia del estado, a pesar de no estar físicamente presentes en China.
El pasado mes de febrero, el surgimiento de la app de audio Clubhouse concedió a la comunidad china un breve paréntesis durante el que fue posible tener conversaciones sin censura en tiempo real, antes de que el gobierno chino prohibiese la app. Las características de la app (los mensajes de audio no quedan públicamente grabados, las respuestas son instantáneas y las conversaciones se producen de forma ordenada) permitieron a los emigrados chinos comunicarse directamente con personas de lugares como Taiwán o Tíbet, hablar con libertad de las noticias y compartir historias que tal vez no hubieran compartido en WeChat por miedo a ser vigilados. En su cénit, algunas salas se llenaron de miles de hablantes de chino mandarín situados en Canadá, Estados Unidos, China continental, Hong Kong, Taiwán y otros lugares, que debatían día y noche sobre a quién pertenece China, quién puede ser considerado chino o no, y cuestiones sobre la diplomacia de las vacunas y el desarrollo económico chino.
Sin embargo, no todas las conversaciones eran políticas. A veces, los inmigrantes originarios de China continental compartían sus experiencias de integración en un país extranjero, o personas de Taiwán recordaban las historias que les habían contado sus abuelos sobre su infancia en China continental y la guerra civil china. Clubhouse se convirtió en una plataforma para la transmisión horizontal de conocimiento, contribuyendo a cambiar opiniones de manera constructiva. La app también proporcionó una sensación de hogar para la diáspora china, que pudo relacionarse con otros en su misma situación y volver a conectar con sus raíces chinas. Esto tuvo una importancia especial, dada la discriminación y las pérdidas que muchos miembros de la diáspora sufrieron en los primeros meses de la pandemia de COVID-19. Clubhouse ofreció a los usuarios chinos una plataforma para compartir sus historias y dificultades y reconectar con sus raíces culturales.
Otro aspecto innovador de Clubhouse es que favorece no solo que los usuarios hablen, sino que también escuchen, ya que deben esperar su turno para hablar. En grupos grandes, algunas personas tenían que esperar hasta una hora para realizar una intervención de dos minutos, lo que les daba la oportunidad de escuchar distintos puntos de vista y absorber perspectivas más allá de las líneas oficiales establecidas por el Partido Comunista. Los ciudadanos chinos que llevaban tiempo fuera del país y sus hijos y nietos nacidos en otros países, que hasta entonces habían tenido que obtener información sobre China por los medios de comunicación, tuvieron la oportunidad de hablar con libertad y escuchar perspectivas muy diversas.
El éxito de Clubhouse no fue más que un prodigio de nueve días, por desgracia. Preocupado por la posibilidad de que los debates en Clubhouse planteasen una amenaza existencial al régimen, el gobierno chino finalmente decidió prohibir la app el 8 de febrero, algo más de una semana después de que comenzase a florecer en China. La prohibición no sorprendió a nadie, porque la plataforma es donde las élites chinas, los expertos extranjeros y los emigrados chinos se reúnen para debatir sobre problemas sociales y proponer cambios que podrían tener un impacto profundo en el régimen chino. Con ayuda de una VPN, los usuarios chinos aún pueden sobrepasar el “Gran Cortafuegos Chino” y seguir relacionándose con la diáspora china en Clubhouse, pero el número de usuarios ha caído en picado. Se oyen menos voces de China continental, y los temas de discusión han pasado de la política a las inversiones y las relaciones.
Incluso sin la prohibición, el número de usuarios chinos hubiera probablemente descendido. Las descargas de la app se desplomaron por debajo del millón en abril, una caída de alrededor del 90% desde su máximo mensual en febrero. Esto podría deberse al hecho de que Clubhouse crea cámaras de eco donde personas con perspectivas similares participan en conversaciones sobre un número limitado de temas. Además, algunas conversaciones pueden haberse vuelto repetitivas y falta diversidad de opinión en las discusiones. Gradualmente, de la misma manera que las conversaciones se apagan, la gente perdió el interés por la app.
Es difícil saber si volverán a entablarse en otra app conversaciones como las que se escucharon en Clubhouse. En todo caso, Clubhouse proporcionó una efímera vía para que los emigrados chinos expresasen libremente sus opiniones, volvieran a conectar con sus raíces culturales y comprendiesen mejor lo que se piensa en China. Este entendimiento mutuo es importante para construir puentes y descubrir rasgos comunes a partir de los cuales se puede dialogar no solo sobre una lista limitada de temas, sino sobre todo tipo de cuestiones políticas, históricas y culturales.
>>Puedes leer más sobre diásporas y tecnología digital en el número 15 de Routed.
Greta Lai
Greta Lai es investigadora política en una ONG de Hong Kong que ayuda a las mujeres migrantes y a sus hijos nacidos en Hong Kong, donde investiga y escribe sobre los derechos de maternidad de las empleadas domésticas migrantes. Greta realizó un máster en Migraciones Internacionales y Políticas Públicas en la London School of Economics. En el ámbito de las migraciones, Greta se interesa por la diplomacia migratoria china y la formación de la identidad norcoreana en el extranjero. Greta trabajó anteriormente en el Armed Conflict Location & Event Data Project (ACLED) como investigadora de conflictos; en la división para la reducción de la pobreza del Programa de Naciones Unidas para el Desarrollo en Beijing; y en la oficina del Noreste asiático de International Crisis Group. Website: https://www.gretalai.com/