Reconocer la “vulnerabilidad matizada”: Obstáculos a la movilidad en el Proyecto de Corredores Humanitarios en Líbano
HANNAH MARKAY | 24 DE OCTUBRE 2020 | ROUTED Nº12 | TRADUCIDO DEL INGLÉS POR MAGDA R. DEHLI
Un grupo de personas apunto de embarcarse en un vuelo del corredor humanitario hacia Italia, en el aeropuerto de Beirut. Imagen de Halima Tanjaoui.
“Vivimos en la era de Ryanair, Easy Jet, Flybuys. Hay mil maneras posibles de trasladarse desde A hasta B de manera segura, y sin embargo aún hay personas muriendo en el Mediterráneo. Esto no tiene sentido”. (Coordinador del Proyecto de Corredores Humanitarios).*
La ruta del Mediterráneo central, que conecta el Norte de África e Italia, es la ruta migratoria más mortífera del mundo. Las muertes de quienes intentan el cruce son sintomáticas de las políticas de la Unión Europea que priorizan el cierre de las fronteras y la canalización de la movilidad a través de rutas cada vez más escasas y estrechas. Ante el aumento de la movilidad humana, la política de la UE es una combinación continua de duras medidas de disuasión, control y externalización que empujan la frontera más allá de los confines territoriales de los estados miembros, sobre el mar y sobre los propios cuerpos de los humanos que buscan otras oportunidades. El resultado de esta política es una barrera legal dentada que no se corresponde con las demarcaciones geográficas, sino que sigue y se amolda a las personas que tratan de cruzar. Sin embargo, toda barrera contiene una cierta porosidad.
Un ejemplo de esta porosidad es el proyecto de corredores humanitarios, nacido en un intento de aumentar la disponibilidad y accesibilidad de las formas seguras de llegar a Europa. La idea de crearlos fue concebida cuando la Federación de Iglesias Protestantes, situada en Italiam y la Comunidad de San Egidio se preguntaron a sí mismas si había alternativas a las muertes en el mar. Los corredores humanitarios fueron concebidos para ser precisamente eso. Se les suele describir como “puentes aéreos” que permiten a los beneficiarios tomar aerolíneas regulares para llegar a Italia y a otros países europeos. Son una forma de ruta segura que habilita un pasaje desde Líbano y Etiopía, países de tránsito, a un único estado miembro de la UE. Este artículo se centrará en el corridor entre Líbano e Italia.
En cuanto a su fundamento jurídico, las organizaciones religiosas, conscientes de sus limitaciones como miembros de la sociedad civil, decidieron buscar una provisión legal ya existente. Encontraron el artículo 25 del Código de Visados de Schengen que permite otorgar visados humanitarios con una validez territorial limitada “por razones humanitarias o de interés nacional o debido a obligaciones internacionales”. El primer Memorando de Entendimiento firmado por estas organizaciones religiosas con el gobierno italiano en 2015 establece una obligación de seleccionar beneficiarios en “condiciones especiales de fragilidad o vulnerabilidad”. Los países que tienen acuerdos que habilitan corredores humanitarios son Italia, San Marino, Francia, Bélgica y Alemania.
A partir del ejemplo de los corredores humanitarios, este artículo examinará el reconocimiento de refugiados desde una óptica diferente, a través de los testimonios de los trabajadores del proyecto de corredores humanitarios entrevistados en 2017-2018 y mi propio trabajo en el proyecto en 2019. Mostraré cómo las consideraciones sobre el reconocimiento cambian cuando el estatus de refugiado se posterga hasta después de la llegada de las personas en movimiento. Esto los diferencia de los programas de reubicación, en los que el reconocimiento formal previo de la condición de refugiado es crucial. En los corredores humanitarios, los beneficiarios son seleccionados, se les otorga un visado humanitario válido por 90 días y luego solicitan asilo al llegar al aeropuerto europeo. La concesión del estatus de refugiado toma aproximadamente un año. Aunque los corredores humanitarios son en general un proceso mucho más rápido y eficiente que la reubicación, el retraso en el reconocimiento también crea muchos obstáculos que los beneficiarios deben superar. Exploraré este reconocimiento ampliado y en diferido para explicar que este lleva en realidad a una concepción más restringida de quién merece la protección del refugio —algo que denomino “vulnerabilidad matizada”.
Un campo predominantemente sirio en el Valle de Beqaa. Imagen de la autora.
Fronteras sensibles al estatus
Las fronteras funcionan de manera diferente para personas distintas. Esta es la triste realidad de nuestro actual sistema. La profesora de derecho Violeta Moreno-Lax la refleja en el concepto de “frontera sensible al estatus”, una frontera que puede dar paso o cerrarse en función de las características concretas y el estatus político-jurídico de la persona que se encuentre ante ella. Los corredores humanitarios abren un resquicio de estas fronteras para las personas que de otra manera podrían ser rechazadas. Sin embargo, para traspasarlas con éxito, estas personas necesitan demostrar algunas características muy concretas.
La primera de ellas es el concepto de vulnerabilidad y de ser merecedor. Merecedor, en este caso, sería sinónimo de “necesitado”. Paolo Naso, el director del proyecto, lo explicó de manera sencilla: “Sin vulnerabilidad, no hay corredor humanitario”. La misma existencia de los corredores depende de la premisa de que hay personas en situación de grave necesidad atrapadas en un bloqueo político. Naso describió este bloqueo no solo como un problema humanitario, sino también como “una situación devastadora de conflicto… de guerra real”.
Sin embargo, en una situación en la que todo el mundo puede ser considerado vulnerable por sus experiencias anteriores y su entorno actual, los beneficiarios tienen que destacarse por su fragilidad excepcional. Enfrentar unas necesidades con otras para seleccionar un número limitado de beneficiarios, tiene, por supuesto, “un cierto grado de parcialidad intrínseco”, como señaló otro entrevistado, y se encuentra con lo que suele denominarse “jerarquías de merecimiento”. Para evitar algo de esta parcialidad y poder realizar la labor de proporcionar visados limitados en una situación de necesidad abrumadora, todos los beneficiarios potenciales tienen que ser referidos en primer lugar por otras organizaciones. Estas organizaciones evalúan sus necesidades específicas.
Las “necesidades específicas” pueden ser la enfermedad de un niño; la discapacidad de un progenitor; la pobreza extrema; la edad avanzada; ser viuda o soltera con hijos, o víctima de violencia de género; estar en riesgo de autolesionarse o suicidarse; estar en peligro inminente por la afiliación política, la pertenencia a un grupo o la sexualidad; o necesitar urgentemente un tratamiento médico que no está disponible en el contexto presente. Reflejando las raíces etimológicas de la vulnerabilidad, son con frecuencia las “heridas” (vulnus, vulneris) o el riesgo de sufrirlas lo que proporciona acceso a través de la “frontera sensible al estatus”.
Todas estas condiciones dependen en distinto grado de lo que un entrevistado describió como la dependencia que resulta de “no ser capaz de arreglarse solo”. La mayoría de las personas que cumplen los requisitos de vulnerabilidad demuestran una dependencia respecto a sistemas y a otras personas en su vida cotidiana. Puede manifestarse como una dependencia respecto a otras personas en materia de movilidad o comunicación, o respecto a los servicios sanitarios o educativos personalizados según sus necesidades, para alcanzar su supervivencia e integración. Esto acompaña a una tendencia, necesaria para los profesionales, de centrarse en las necesidades físicas y legibles, como las enfermedades, la discapacidad física, el género o la edad.
Barrios residenciales a las afueras de Beirut. Imagen de la autora.
Preocupaciones sobre la seguridad
Una vez que los potenciales beneficiarios han demostrado ser merecedores, la siguiente prueba que deben superar es una entrevista con la embajada correspondiente para recibir un visado humanitario de validez territorial limitada, circunscrito únicamente al país receptor. Esta es la primera vez que la frontera se presenta en el viaje de los potenciales beneficiarios —iraquíes, sirios, yemeníes o palestinos que anteriormente vivían en Siria, actualmente residentes en Líbano.
Otra característica de la “frontera sensible al estatus” es que sigue a las personas que rechaza mucho más allá de los confines territoriales del estado. Se manifiesta en las políticas de salida y en las sanciones a las empresas aeronáuticas que afectan a las opciones de movilidad y transporte de las personas en movimiento. Los corredores humanitarios no son una excepción. Tras la visita a la embajada, también hay que presentar los nombres de los potenciales beneficiarios para someterse a otra ronda de controles de seguridad gubernamentales en Líbano.
El proceso de selección debe tener también en consideración lo que los potenciales beneficiarios experimentarán tras su llegada a un país europeo. Los controles de seguridad a los que se someten, tanto por parte del país europeo que evalúa la admisión como por parte del país de tránsito, analiza dos cosas: si la persona en cuestión presentaría un riesgo de seguridad para el país; y si es probable que realicen movimientos secundarios (más allá del estado receptor”. En el primer caso, se comprueba el nombre del solicitante para identificar cualquier afiliación política o antecedentes penales; en el segundo, los funcionarios examinan si la persona en cuestión tiene familiares cercanos en otros países europeos con los que le gustaría reunirse. Esta forma de movimiento secundario más allá del primer punto de entrada no está permitida con un visado de validez territorial limitada. El proyecto de corredores humanitarios es muy consciente de esto y a veces necesita hacer algunas cuestiones muy personales sobre el pasado del solicitante y la localización de su familia fuera de la región.
Hospitalidad difusa y adaptabilidad
Una vez superadas estas preguntas, los potenciales beneficiarios se enfrentan a otro desafío: la adaptabilidad a la sociedad receptora. La mayoría de beneficiarios de los corredores humanitarios están en Italia. Uno de los obstáculos que encuentran viene de la naturaleza de la financiación del proyecto. El proyecto de corredores humanitarios está firmemente radicado en el ámbito de la sociedad civil en más de un sentido. En primer lugar, fue concebido por enérgicos miembros de la sociedad civil. En segundo lugar, está completamente financiado por donaciones voluntarias como el impuesto opcional del “ottopermille” (“ocho por mil”) y el apoyo de varias organizaciones religiosas. En tercer lugar, a su llegada, los titulares de los visados son asignados a una comunidad dispuesta a acogerlos.
Así, los beneficiarios son acogidos, no simplemente llevados hasta el país para que se arreglen por sus propios medios. Se les brinda apoyo financiero y emocional entre doce y dieciocho meses después de su llegada. La comunidad que está dispuesta a acogerlos les proporciona alojamiento, clases de italiano, asistencia para orientarse en el nuevo sistema sanitario y educativo. Este modelo es lo que las organizaciones implicadas han denominado “hospitalidad difusa”, según la cual los beneficiarios son ubicados por todo el país en función las invitaciones de las comunidades. Sin embargo, se entiende que la asistencia (al menos, la financiera) será de duración limitada. Este modelo de hospitalidad difusa busca alentar a los beneficiarios a que “se sostengan por sí mismos” poco después de llegar a Italia.
Esta asistencia financiera temporal hace que el proceso de selección (con anterioridad al viaje a Europa) también considere la intención y motivación de los potenciales beneficiarios para replantear sus vidas a su llegada. Su integrabilità (potencial de adaptación) en el país de acogida constituye un criterio paralelo a tener en cuenta junto a la vulnerabilidad. Muchos entrevistados se refirieron a su experiencia como hubieran sido “trasplantados” y “sembrados” en otro país. De esta manera, la vulnerabilidad también queda “matizada” al incluir consideraciones pragmáticas de autonomía futura.
Vista de la calle del mercado en Saida. Imagen de la autora.
Reconocimiento del estatus de refugiado
La última condición que deben cumplir los potenciales beneficiarios se examina solo después de haber residido durante un tiempo en el país receptor y coincide en buena medida con el criterio inicial de vulnerabilidad. Conforme a la Convención sobre el Estatuto de los Refugiados de 1951, se puede conceder el estatus de refugiado si se determina que la persona está perseguida por al menos uno de cuatro motivos: raza, religión, nacionalidad, pertenencia a un grupo social concreto u opinión política. Esta es una condición que todos los potenciales beneficiarios deben cumplir, pero a diferencia de los programas que comienzan por el reconocimiento, no es ni lo primero ni lo más importante.
La principal razón de esto sea así es que la mayoría de los beneficiarios seleccionados son lo que el coordinador del proyecto denominó “refugiados de Serie A” (haciendo referencia a la primera división de la liga de fútbol italiana). Los sirios están muy visibilizados y se les suele considerar candidatos legítimos a la protección en Europa. Por tanto, en el caso del corredor humanitario de Líbano, el que los beneficiarios reciban protección como refugiados no es tan crucial como los controles de seguridad, las preocupaciones por el movimiento secundario, la prueba de su vulnerabilidad y la adaptabilidad a nuevos contextos. Sin embargo, queda abierta la cuestión de si cambiaría este equilibrio entre criterios en el caso de que se pusiese en marcha un corredor desde un enclave donde los potenciales beneficiarios no estén tan visibilizados. Las personas en movimiento en África Subsahariana no suelen ser objeto del mismo consenso sobre si son “merecedoras” de protección internacional, como los sirios.
Vulnerabilidad matizada
El estatus necesario para cruzar la frontera es el resultado de una intersección cada vez más rígida entre vulnerabilidad, consideraciones de seguridad y potencial de adaptación a la llegada. Para acceder a esta forma particular de movilidad, los sirios, palestinos, yemeníes e iraquíes que residen en Líbano tienen que demostrar primero una necesidad y una vulnerabilidad suficientes para ser elegibles para un visado humanitario, que con el tiempo les permitirá lograr el reconocimiento como refugiados en el país receptor. Deben también demostrar que tienen las habilidades necesarias para adaptarse y trasplantarse con éxito al nuevo país. Lo que he denominado “vulnerabilidad matizada” es la combinación de estos tres criterios de vulnerabilidad y potencial adaptativo.
Esto queda de manifiesto en el discurso de las personas responsables del proceso de selección cuando hablan de la “vulnerabilidad leve” de los desertores militares o los núcleos familiares pequeños en los que solo un miembro necesita mucha asistencia médica, en contraste con la “vulnerabilidad grave” de los mayores dependientes. Al mismo tiempo, hablan de la necesidad de compensar unos casos con otros en la selección, para no sobrecargar al equipo de hospitalidad que les espera en Europa. Esto se traduce en que los beneficiarios de los corredores humanitarios son una mezcla de casos leves (varones homosexuales solteros, familias con un niño que tiene una enfermedad tratable) y casos graves (familias grandes con muchos miembros que están enfermos o tienen una discapacidad, personas mayores).
El equipo de selección, sin embargo, es consciente de que la vulnerabilidad no desaparece al llegar. Al contrario, el “trasplante” puede agravar las vulnerabilidades preexistentes.
¿Y ahora qué?
2020 ha sido un año de acontecimientos inesperados en todo el mundo. El proyecto de corredores humanitarios no es una excepción. El futuro de los corredores humanitarios es incierto, tras el efecto perjudicial del COVID sobre la economía, el impacto de la explosión en Beirut y la necesidad de firmar un nuevo memorando de entendimiento con el gobierno italiano para renovar el mandato de los corredores humanitarios.
* Todas las citas están extraídas de entrevistas llevadas a cabo por la investigadora entre 2017 y2018.
Lecciones de los corredores
humanitarios
1) Los esfuerzos regionales e integrales no pueden ser reemplazados por iniciativas pequeñas. En ausencia de otras alternativas, los programas como el proyecto de corredores humanitarios son muy necesarios. Sin embargo, no pueden depender exclusivamente de la sociedad civil. Los corredores siempre buscaron ser una operación quirúrgica de movilidad, que no irritase demasiado a los gobiernos. Para ampliar de verdad los conceptos de movimiento “legal”, reagrupación familiar y necesidad, son necesarios esfuerzos regionales, no una iniciativa compasiva de unos pocos estados miembros.
2) Los estados miembros de la UE deben emprender políticas fronterizas más flexibles. Los programas liderados por la sociedad civil solo serán efectivos si acompañan a una frontera más porosa y flexible. Los programas como los corredores humanitarios no deberían ser la única acción ni servir para desviar la atención pública de las desagradables prácticas de control fronterizo y medidas extraterritorials. Para hacer presión sobre los estados y liderar con el ejemplo, la sociedad civil debe poder distanciarse del papel que le corresponde a los gobiernos.
3) Para evitar matizar la vulnerabilidad, las responsabilidades de la sociedad civil y del estado deben estar separadas. Cuando la sociedad civil está implicada en todas las fases del proceso, algo va a quedar comprometido. En el caso de los corredores humanitarios, esto es sobre todo la evaluación de la vulnerabilidad que constituye el núcleo del programa. Para que la vulnerabilidad no quede “matizada” por otras consideraciones de adaptabilidad y de riesgo de movimientos secundarios, la sociedad civil debería de centrarse principalmente en lo que mejor sabe hacer: seleccionar con justicia a los beneficiarios y ofrecer hospitalidad a los migrantes. El estado, por otro lado, debería hacer su parte en cuanto al apoyo financiero, los controles de seguridad y las oportunidades educativas, sanitarias y laborales a la llegada. Sin este apoyo gubernamental, los criterios utilizados por las organizaciones de la sociedad civil son susceptibles de verse afectados por consideraciones de seguridad, adaptabilidad y riesgos de movimiento secundario. La responsabilidad debe tomar la forma de una sinergia entre la sociedad civil y el estado.
4) Los corredores humanitarios también deberían estar abiertos a otros refugiados en diferentes regiones. Para igualar completamente las oportunidades de acceder a un visado humanitario de validez limitada y al estatus de refugiado, deberían ponerse en marcha corredores desde países donde se encuentran personas en movimiento menos “hipervisibilizadas” que los refugiados sirios. Para que el ejemplo de los corredores se extienda verdaderamente a las personas más necesitadas, debería ser accesible para las poblaciones menos visibles, pero igualmente merecedoras.
Hannah Markay
Hannah es Especialista en Investigación en Generations For Peace en Ammán, Jordania y estudia a tiempo parcial un Máster en Derecho Internacional Público en la Universidad de Oslo. Hannah realizó un Máster en Antropología Social y Política en la Universidad de Edimburgo, con una estancia de un año en la Pontificia Universidad Católica de Chile. Después, durante su Máster en Estudios sobre Refugiados y Migraciones Forzadas, se centró principalmente en investigar vías seguras y legales alternativas para la movilidad. Le gustan el senderismo, toda actividad que tenga que ver con el agua, aprender a pasitos el árabe, y preguntarse cómo reconciliar el vegetarianismo y las normas del buen invitado. Hannah es editora de Routed Magazine.