La epidemia de coronavirus afecta negativamente las condiciones laborales de los trabajadores estacionales en Alemania. No obstante, el trato desigual y la explotación de los trabajadores estacionales no es nuevo, solo se ve acentuado por el COVID-19. Además, reconocer –o presentar a la opinión pública– a los trabajadores estacionales en la epidemia actual como “esenciales” no contrarrestará su explotación o mejorará sus circunstancias. Esto se debe al histórico requisito alemán de que los migrantes sean de “utilidad económica”, según el cual se espera que los migrantes representen un beneficio para la economía nacional.
Las granjas alemanas dependen anualmente de 300.000 trabajadores estacionales procedentes sobre todo de Rumanía y Polonia para ayudar en las cosechas de verduras, frutas y la producción de vino. El cierre de las fronteras nacionales y las restricciones a la libertad de circulación debido a la epidemia de coronavirus han provocado una escasez de mano de obra en el sector agrícola. A principios de abril, el gobierno alemán anunció que permitiría entrar en Alemania a 80.000 trabajadores estacionales rumanos en vuelos chárter y bajo “pautas rigurosas” a pesar del cierre de las fronteras nacionales y los confinamientos en ambos países derivados del COVID-19. Esta decisión afecta negativamente a las condiciones de los trabajadores estacionales al agravar su explotación, por ejemplo en forma de un aumento de los riesgos sanitarios, dependencia de los empleadores y acceso limitado a la seguridad social. No obstante, la epidemia en sí misma no es la causante de esta explotación, sino que más bien ilustra y refuerza la premisa ya existente de que los trabajadores estacionales necesitan ser de “utilidad económica”, que puede conducir a la explotación. A continuación, analizo el concepto de “utilidad económica” y muestro su relevancia continua (pasada y presente) en el contexto alemán. Con esto, explico que reconocer a los trabajadores estacionales en la actual pandemia como “esenciales” no impedirá que sean considerados sacrificables y por tanto no puede constituir una solución para mejorar sus condiciones laborales.
La inmigración como “utilidad económica”
El argumento de la “utilidad económica” fue identificado por primera vez en los discursos alemanes sobre inmigración entre 1960 y 1985 por Martin Wengeler. Según este argumento, la inmigración es deseable cuando se considera que los migrantes son económicamente beneficiosos y, al revés, que la inmigración es indeseable cuando se considera que los migrantes representan una carga económica. Christian Karner se refiere a esta representación de los migrantes como un “discurso instrumentalista” guiado por la perspectiva de costes y beneficios. El argumento de la “utilidad económica” y el discurso de la inmigración deseable sigue así una línea de razonamiento establecida:
1) La economía alemana tiene que ser próspera. Alemania redescubrió su identidad y orgullos en el “milagro económico” que siguió a la II Guerra Mundial. La economía representa por tanto una fuente de la identidad alemana, sea hoy en forma de cifras de exportaciones o como la “tierra de las ideas”. Oliver Decker también llama a esto “autoritarismo secundario”, en el cual la autoridad de un líder es sustituida por un objeto idealizado, como la economía, que proporciona confianza en la nación. En el contexto de los trabajadores estacionales, el Ministro del Interior alemán afirma que “es necesario abastecer a la ciudadanía con suficientes productos de calidad”. Aunque la distribución de alimentos general está asegurada, la pérdida de la cosecha sería un problema económico y una amenaza para los negocios agrícolas. Por lo tanto, hay que prevenir las cosechas fallidas.
2) Se identifica una escasez nacional de mano de obra y por tanto la necesidad de trabajadores migrantes. Durante los últimos 20 años, Alemania ha buscado contratar profesionales cualificados para cubrir vacantes y contrarrestar e cambio demográfico. El COVID-19 y el cierre de las fronteras nacionales han provocado, entre otros efectos, una escasez de mano de obra en el sector agrícola. El Ministro del Interior alemán explica que “la oferta doméstica de mano de obra no es por sí sola suficiente para satisfacer esta necesidad”. Los trabajadores nacionales tampoco están suficientemente formados ni experimentados. Como consecuencia, se “necesitan urgentemente” trabajadores estacionales, o al menos “su trabajo se requiere con urgencia”.
3) Los migrantes contratados para cubrir la escasez de mano de obra son (temporalmente) representados de forma positiva. Los “trabajadores invitados”, o Gastarbeiter, de los años 60 fueron un fuente de mano de obra barata que contribuyeron significativamente al “milagro económico” alemán. Por ello, los Gastarbeiter fueron inicialmente celebrados; el número un millón, Armando Rodrigues, incluso recibió una motocicleta. Después de la crisis financiera, los migrantes cualificados del sur de Europa fueron representados como deseables, dado que “no amenazan a la prosperidad de Alemania, sino que la preservan”. También se representa a los trabajadores estacionales mayormente como trabajadores cualificados y expertos con muchos años de experiencia. Se les reconoce que trabajan duro bajo circunstancias físicas difíciles que los alemanes no quieren o no pueden aceptar. Un agricultor señaló que por cada trabajador rumano necesitaba cinco voluntaries alemanes.
4) La aceptación depende de la “utilidad económica” continuada de los migrantes. Con la recesión económica de los años 70 y la caída de la demanda de mano de obra poco cualificada, la representación de los Gastarbeiter cambió hacia un mayor rechazo. En 2012, Die Süddeutsche, uno de los principals periódicos alemanes, subrayó la prevalencia de la “utilidad económica”, defendiendo que deberíamos estar contentos con los migrantes cualificados “mientras esto funcione y sus cualificaciones profesionales diferentes, su energía y su creatividad sean útiles para el ciclo económico de nuestro país”. Aunque es demasiado pronto para saber lo que ocurrirá con los trabajadores estacionales que están en Alemania durante la pandemia, es probable que esta representación positiva solo se mantenga mientras sirvan su función de beneficio económico.
¿Cómo se pueden mejorar las condiciones de los trabajadores estacionales?
El COVID-19 empeora la explotación ya existente de los trabajadores estacionales. Una solución específica para combatir la explotación de los trabajadores estacionales pasa por reconocerlos como trabajadores “esenciales”. Sin embargo, como hemos visto más arriba, ya se reconocen las cualificaciones de los trabajadores estacionales. Además, identificar a los trabajadores estacionales como “esenciales” no prevendrá que sean explotados si el beneficio económico que suponen se basa precisamente en recibir salarios más bajos y padecer peores condiciones laborales; dicho de otra manera, en ser sacrificables. Además, subrayar la contribución económica de los trabajadores estacionales solo sigue el juego a identificar a los migrantes como beneficios económicos, lo que a su vez refuerza la argumentación de la “utilidad económica”. Cualquier cambio real en las condiciones de trabajo de los trabajadores estacionales tiene que basarse en romper radicalmente con la perspectiva de costes y beneficios para todos los migrantes y en todo momento.
Anja Benedikt
Anja es estudiante de doctorado en la Universidad de Birmingham. Investiga las construcciones de identidad en los discursos sobre la integración de inmigrantes en los medios de comunicación alemanes. Anja estudió un Máster en Estudios Europeos y en Investigación Social y trabajó en la unidad de Análisis de Migración y Fronteras en el Ministerio del Interior del Reino Unido. Dentro del ámbito de la migración, le interesan especialmente el trazado de fronteras, la pertenencia y la exclusión.