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¿Quién lleva pantalones vaqueros en Singapur?

BAVA DHARANI  |  14 AUGUST 2021  |  ROUTED Nº16  |  TRADUCIDO DEL INGLÉS POR MAGDA R. DEHLI
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Pantalones vaqueros secándose en Dhoby Ghat, Mumbai. Imagen: ‘Denim, Dhobi Ghat’ por AdamCohn en Flickr (CC BY-NC-ND 2.0).

El primer par de pantalones vaqueros fue patentado por Levi Strauss en 1873. Famosos como Brad Pitt o Jamie Dornan protagonizaron conocidas campañas publicitarias para esta popular marca en las décadas de los 90 y 2000. Estos anuncios tenían un estilo narrativo, evocador de una América anterior, con un mensaje común: quienes llevan vaqueros Levi’s son irresistibles. Los anuncios típicos de Levi’s parten de situaciones distintas, pero todos llegan a la misma conclusión: unas personas o una pareja abrazándose y besándose apasionadamente. Como consumidor, te hacen creer que la razón por la que estas personas han decidido pasar a la acción es el atractivo par de pantalones que llevan puesto. A pesar de su actual rango de icono cultural, los vaqueros se diseñaron originalmente como ropa de trabajo para los trabajadores de granjas y minas en EE.UU. a finales del siglo XIX. Los vaqueros resultaban una prenda muy resistente. Sin embargo, los anuncios y campañas de marketing actuales han optado por una imagen más glamurosa de los pantalones vaqueros, que busca volverlos atractivos para un público global y diverso.

 

Mi posición, condicionada por mi nivel educativo, social y económico, me permite concebir los pantalones vaqueros como una prenda de moda; y, como mujer, una prenda que acentúa las curvas. En la vida laboral, los vaqueros se asocian a los viernes de vestimenta informal en la oficina. En uno de mis empleos pasados, de este tipo, yo estaba trabajando con la comunidad de trabajadores migrantes en Singapur. En 2020, había unos 848.000 trabajadores migrantes en Singapur, con visados y permisos de trabajo. La mayoría procedía de China, India y Bangladesh. Los titulares de estos documentos constituyen la categoría salarial inferior de la fuerza de trabajo en Singapur. Los trabajadores migrantes suelen trabajar en construcción, obras dirigidas a ganarle terreno al mar y puertos de mercancías. Su trabajo requiere muchas competencias especializadas y un esfuerzo físico extenuante. Pronto me di cuenta de que los vaqueros eran una prenda habitual en la comunidad. Desde luego, no era por la misma razón que yo los llevaba, para acentuar las curvas. ¿Por qué hay miles de trabajadores migrantes que van a trabajar en vaqueros todos los días, bajo el calor implacable y la humedad tropical de Singapur? Aunque los fabricantes de pantalones vaqueros venden la prenda como un producto glamuroso, en este caso prevalece el propósito original de los vaqueros: los trabajadores recurren a esta prenda a causa de la resistencia del tejido vaquero, teñido de índigo, con bolsillos y sólidamente rematado. Las distintas funciones del vaquero se reflejan en el precio de los pantalones –y en los costes de producción, con el coste del trabajo siempre rebajado para mantener la competitividad y producir en masa vaqueros baratos.

 

En la industria de la moda rápida, incidentes como el colapso del Rana Plaza en 2013 arrojan luz sobre las condiciones inhumanas e inseguras a las que someten a los trabajadores las empresas multinacionales, que deslocalizan el trabajo de hacer ropa barata (incluidos los vaqueros baratos) a fábricas situadas en países como Bangladesh. El Rana Plaza era una fábrica de ropa de ocho pisos de altura que se derrumbó, causando la muerte de 1.134 personas en Dhaka, Bangladesh. A las marcas internacionales que empleaban el trabajo de quienes murieron en el Rana Plaza no se les exigió ninguna responsabilidad. La seguridad y el bienestar de los trabajadores no es tenido en cuenta por las empresas, que trasladan esta responsabilidad a otras entidades como las autoridades urbanísticas locales o los negocios y empleadores locales. No podemos ignorar que estas compañías multinacionales son las que tienen más recursos y poder sobre la producción de los bienes. De la misma manera que el derrumbe del Rana Plaza no fue un acontecimiento aislado, la historia de la fabricación y la venta de los pantalones vaqueros y el tinte índigo ha estado manchada de sangre durante siglos.

 

La producción histórica del índigo, que da a los pantalones vaqueros su característico color azul oscuro, ilustra cómo la esclavitud y la subyugación de cuerpos racializados siempre ha sido necesaria para producir esta mercancía. En el siglo XVIII, para satisfacer la creciente demanda de la industria textil inglesa, los dueños de las plantaciones de Carolina del Sur buscaban y esclavizaban a personas de África Occidental para cosechar y producir índigo. El tinte de índigo ya era un componente importante de las tradiciones textiles, introducido a través de África Occidental, de ahí que se codiciase su conocimiento especializado. Debido a la dependencia del trabajo esclavo, estados como Georgia legalizaron la esclavitud para que sobreviviera la industria del índigo.

 

En el siglo XIX, el Imperio Británico desplazó su centro de producción de índigo de EE.UU. a India. El sistema de castas indio negaba a muchos granjeros y trabajadores la posibilidad de ser propietarios de la tierra que trabajaban, con lo que los británicos ejercieron su influencia a través del sistema de zamindar (propietarios de tierras) para obligar a los agricultores a cultivar plantas de índigo en lugar de cultivos destinados a la alimentación. Los británicos también usaron tácticas de intimidación más directas y violencia para forzar a los agricultores a cultivar índigo. Además, la naturaleza hereditaria del sistema de castas implicaba que las familias de agricultores quedaban ligadas a la producción de índigo durante generaciones. Como consecuencia, generaciones enteras de agricultores han tenido que cultivar índigo, desde la época colonial hasta nuestros días.

 

El descubrimiento de índigo sintético en 1878 se presentó como un punto de inflexión en la industria de los vaqueros. Sin embargo, las consecuencias negativas repercutieron sobre los trabajadores, cuyos ingresos se redujeron aún más para que la producción siguiera siendo competitiva. Además de las malas condiciones laborales y los ínfimos salarios, el uso de tintes químicos sintéticos ha causado daños medioambientales irreparables en países productores de índigo y ropa. En India y Bangladesh, ríos y canales han estado continuamente contaminados durante más de un siglo, debido al vertido de estas sustancias químicas sintéticas

 

Los trabajadores migrantes dependen de los pantalones vaqueros por su resistencia, que se traducen en seguridad; sin embargo, la producción de vaqueros está enraizada en la inseguridad de quienes los fabrican para las empresas de moda rápida. El borrado de la historia del imperio, la esclavitud y la servidumbre forzada, asociada al tinte de índigo y al algodón, ha permitido que las redes históricas de opresión sean absorbidas por las multinacionales modernas que siguen utilizando a personas racializadas como mano de obra barata. No es casualidad que las colonias productoras de algodón y tinte de índigo ocupen hoy un lugar central en la fabricación de prendas de ropa baratas. La separación del pasado y el presente ha permitido que las redes modernas imiten y absorban las formas coloniales de producción. La violencia de la industria moderna de moda rápida queda disimulada con la participación activa y la complicidad de las masas. Porque, ¿quién lleva pantalones vaqueros? Todo el mundo.

 

Para conocer más detalles, puedes ver las infografías de @plants.and.culture, @ohsoethical y @cleanclothescampaign en Instagram.

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Bava Dharani

Bava Dharani es investigadora independiente y vive en Singapur. Le apasiona indagar cómo las migraciones laborales coloniales han afectado e influido en las migraciones laborales poscoloniales. En la actualidad, realiza prácticas en el Stockholm Environment Institute.

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