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Barreras a la participación de las personas desplazadas con discapacidad en el Asentamiento de Refugiados de Nakivale en Uganda

JULIA SÖHNHOLZ  |  14 AUGUST 2021  |  ROUTED Nº16  |  TRADUCIDO DEL INGLÉS POR MAGDA R. DEHLI
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Cortesía de la autora.

El contexto

 

En 2010, ACNUR adoptó la Conclusión sobre los refugiados con discapacidad y otras personas discapacitadas. Realiza un llamamiento a la protección y la inclusión de personas con discapacidad en contextos de refugio y desplazamiento, y pretende promover el respeto de los derechos y la dignidad de los refugiados con discapacidades, así como su participación en la sociedad. El documento también critica la exclusión no intencional y deliberada, considerando ambas igualmente discriminatorias

 

No obstante, para muchos países y organizaciones, y también para numerosos académicos, las personas con discapacidad siguen siendo “invisibles, olvidadas e ignoradas demasiado a menudo”.

 

En este contexto, realicé una investigación en el asentamiento de refugiados de Nakivale, en el sur de Uganda, con la participación de ocho solicitantes de asilo y seis refugiados, todos los cuales viven con discapacidades sensoriales o de movilidad, para entender mejor las barreras a la participación que se encuentran. El asentamiento de refugiados de Nakivale fue creado en 1968 y está gestionado por ACNUR y la Oficina del Primer Ministro, junto a varios socios externos. Los refugiados que residen en el asentamiento proceden mayoritariamente de la República Democrática del Congo, Burundi y Somalia.

 

Como resultado del modelo ugandés de autonomía, los refugiados reciben una parcela en el asentamiento para que vivan allí y cultiven la tierra. Mientras esperan por la tramitación de sus solicitudes de asilo y la asignación de una parcela de tierra, muchos solicitantes de asilo viven temporalmente en el centro de recepción de Nakivale.


 

Las experiencias diversas de las personas desplazadas con discapacidad

 

A pesar de tener acceso a servicios básicos a través de ACNUR y otras organizaciones, la mayoría de los participantes expresaron sentimientos de desesperanza, invisibilidad y exclusión. En palabras de un participante, una mujer mayor llamada Asma (todos los nombres aquí empleados son seudónimos): “Nadie se preocupa por nosotros, solo atienden a los niños”.

Bakome expresó un sentimiento similar: “No se preocupan por los mutilados” (los participantes con discapacidades motrices se referían a sí mismos como “mutilados”).

 

En general, los participantes no identificaban su discapacidad como la principal barrera a su participación en la sociedad, sino que señalaban que lo que realmente les impedía participar plenamente era la ausencia de servicios dedicados a las necesidades específicas de las personas desplazadas con discapacidad. Diric, quien camina con muletas aunque desearía tener una pierna ortopédica, dijo: “Tengo una discapacidad pero puedo hacer más cosas, pero este no es el lugar indicado, este lugar causa problemas”.

 

Aunque algunos participantes reconocieron haber experimentado discriminación por parte de la comunidad refugiada, la mayoría consideraban que la discriminación real o percibida en la provisión de servicios era más importante. Refiriéndose a las organizaciones de ayuda humanitaria, Juvenal dijo: “No pudieron ayudarme por ser quien soy”.

 

En el centro de recepción, las instalaciones sanitarias y para dormir no están preparadas para personas con discapacidad, debido a la falta de presupuesto y espacio. Emil se quejó de las condiciones y dijo que sentía que había recibido una ayuda mínima: “Ni siquiera os dan jabón, olemos mal […] esto no son buenas condiciones para seres humanos, pero no les importa”. Además, Bakome señaló las dificultades que suponen las letrinas no adaptadas para personas con discapacidad: “Para ir al baño, soy un mutilado, me falta una pierna, es un desastre”.

 

Las personas desplazadas con discapacidad también encuentran dificultades cuando son trasladadas al asentamiento de refugiados de Nakivale desde el centro de recepción. Por ejemplo, suelen encontrar problemas para construir sus propias casas en la parcela de tierra que se les proporciona, y no se suele tener en cuenta sus necesidades específicas cuando se decide la localización de su parcela. Además, a otros participantes en la investigación, como Frederic y Gabriel, les preocupaba no poder vivir una vida autónoma en el asentamiento. “Somos como niños sin padres. ¿Qué pasa con nosotros después del asentamiento? ¿Cómo podemos sobrevivir afuera?”

 

Otra barrera está en el acceso a servicios sanitarios adecuados en el asentamiento. Aunque hay atención primaria, faltan servicios específicos de atención médica y rehabilitación para las personas con discapacidad. A la vez, el transporte hasta las instalaciones médicas es un problema. En la mayoría de los casos, las personas con discapacidad solo recibían medicamentos, porque el tratamiento especializado no estaba disponible o solamente se podía acceder a él desde núcleos urbanos alejados del campo. Además, el suministro de dispositivos de asistencia es muy limitado y los tiempos de espera son largos.

 

La comunicación y los canales de provisión de servicios complicados y poco claros son también un obstáculo para las personas con discapacidad. Con frecuencia los envían de una organización a otra, y no se les informa debidamente de las oportunidades disponibles para personas con discapacidad ni de los derechos y servicios que pueden solicitar. Harry, que soportaba dolores agudos y necesitaba una nueva órtesis, había sido derivado al hospital de la ciudad próxima dos meses antes, pero no podía acceder al transporte debido a la información contradictoria que le habían dado en dos organizaciones de asistencia distintas: “No hacen lo que prometen […] Estoy muy cansado, lo he intentado muchas veces, no tengo esperanzas en esto”.

 

El modo de sustento que se ofrece a los refugiados tampoco es adecuado para ellos. Se espera que la mayoría de los refugiados que viven en el asentamiento de Nakivale cultiven la parcela de tierra que les da el gobierno ugandés, pero la mayoría de los participantes encuentran que el trabajo agrícola es muy difícil debido a sus problemas de movilidad. A pesar de esto, insistieron en su voluntad y aptitud para recibir formación o apoyo para un tipo de trabajo menos físico. Los participantes que residían en el centro de recepción deseaban aprender a hacer artesanías, producir jabón, arreglar zapatos, usar máquinas y ordenadores. Gabriel subrayó: “Aquí las cabezas de la gente funcionan bien, se les puede enseñar”.

 

Además de la formación, muchos de los participantes pedían apoyo para empezar o continuar un negocio. Ignace, profesor de inglés antes de convertirse en refugiado, dijo: “Puedo hacer cualquier trabajo, puedo conducir, enseñar, interpretar, puedo llevar una tienda, puedo hacer muchas cosas”.

Sobre todo, muchos participantes destacaron su agencia y sus capacidades, como Celestin: “Puedo hacer algo en mi vida”. Además, con el deseo de ser vistos, oídos y representados, un grupo de personas desplazadas con discapacidad formaron un grupo de autoayuda. Por desgracia, después de algunas reuniones, los miembros se sintieron desalentados porque no logró ningún cambio.

 

Perspectivas de futuro

 

Los resultados de esta investigación muestran que, aunque las personas desplazadas con discapacidad en el asentamiento de refugiados de Nakivale aspiran a una vida digna y autónoma y a participar en la sociedad, siguen siendo un colectivo ignorado, no se les trata como sujetos de derechos, y el valor de su contribución a la sociedad no suele verse reconocido.

 

Si se crea un entorno inclusivo y se eliminan las estructuras incapacitantes, las personas desplazadas con discapacidad pueden ejercer su agencia, perseguir sus propios medios de sustento, participar plenamente y contribuir a las comunidad refugiada y receptora. Una asistencia específico respetuosa y unos servicios de apoyo social adecuados pueden ayudar a restaurar o conservar el sentimiento de dignidad de las personas con discapacidad y desarrollar su agencia y capacidades.

 

Hay una necesidad urgente de que los donantes (inter)nacionales cooperen con las agencias de ayuda que apoyan la participación de las personas con discapacidad, empezando por aumentar la disponibilidad de los dispositivos de asistencia y de los programas específicos de ayuda a la subsistencia, así como desarrollar programas de sensibilización y concienciación entre la comunidad y los trabajadores humanitarios, y crear o reforzar las organizaciones representativas de y para personas con discapacidad.

 

Hay también una necesidad urgente de más financiación e investigación dirigida a las personas desplazadas con discapacidad. Este estudio insta a los decisores políticos, las organizaciones de asistencia y los investigadores de todo el mundo a prestar más atención a las necesidades de las personas desplazadas con discapacidad, a tenerlas en cuenta a la hora de tomar decisiones y a apoyar su plena participación social, económica y cívica.

 

 

Este artículo es una versión abreviada de un informe de investigación. La investigación fue realizada como parte del programa de máster de la autora. El contenido y opiniones expresados en el informe son exclusivamente de la autora y no reflejan las opiniones de organizaciones a las que estuviera o esté afiliada.

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Julia Söhnholz

Julia Söhnholz cursó el máster conjunto Erasmus Mundus de Migraciones y Relaciones Interculturales (https://www.emmir.org/) y en la actualidad trabaja como Encargada del Programa de Prácticas de World Vision Germany. Realizó este proyecto de investigación, como parte del módulo práctico de su programa de máster, en el asentamiento de refugiados de Nakivale en Uganda. Puedes contactar con Julia en jmsoehnholz@gmail.com.

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