Photo by Rajesh Balouria on Flickr.
La pandemia de COVID-19 ha abierto los ojos de la sociedad india ante el papel crucial de la mano de obra en la construcción y mantenimiento de las ciudades. La pandemia, así como el confinamiento que tuvo lugar como respuesta, han revelado cómo estas ciudades han sido construidas y desarrolladas gracias a la labor continua de los trabajadores del país. Es la misma clase trabajadora que ahora ha sido invisibilizada por los mismos espacios que han construido que se han visto obligados a abandonar para regresar a sus casas y sobrevivir o hacer frente al hambre en las ciudades. La falta de medidas redistributivas por parte del gobierno en favor de los trabajadores migrantes se ha traducido en una migración inversa a gran escala, un movimiento que debe ser visto como la clase trabajadora migrante ejerciendo su autonomía y rechazando el sistema actual; un sistema que no respeta su trabajo ni sus vidas. Aquí se plantean dos cuestiones: la subsistencia de los trabajadores migrantes durante el confinamiento y la situación futura de los trabajadores migrantes una vez que se levante el confinamiento y reabra la economía.
El éxodo masivo de trabajadores migrantes desde las ciudades es el resultado de la planificación despiadada de la gestión del brote de COVID-19. Cuando se anunció el confinamiento en marzo, apenas se había advertido a ningún sector de la economía india. Esto provocó una gran confusión y pánico, así como la suspensión de todo el trabajo en las ciudades, lo que tuvo un impacto desastroso sobre los salarios de la mayoría de los trabajadores indios y en especial de los trabajadores de la economía informal. Un informe publicado por la Organización Internacional del Trabajo en 2018 mostró que aproximadamente el 81% de los trabajadores indios participan en la economía informal. La mayoría de estos perciben sus ingresos día a día y, por tanto, cuando se anunció el confinamiento también se desvanecieron sus formas de sustento. Esto ha llevado a que los trabajadores migrantes tuvieran que luchar para sobrevivir, ahora sin más opción que esperar a que el gobierno central anunciase paquetes de ayuda de emergencia.
El paquete de ayudas inicial de 1,7 lakh crore de rupias (1,7 billones) para los más afectados por la pandemia no llegó a alcanzar su objetivo. Una vez más, los trabajadores migrantes son discriminados por el sistema de castas, transmitido de generación en generación. La mayoría de los migrantes pertenecen a castas bajas, lo que genera desprecio hacia el trabajo que desempeñan. Las encuestas realizadas unos días después del anuncio del primer paquete de ayudas revelaron que el 96% de los trabajadores migrantes de India no habían recibido raciones de alimentos y estaban quedándose prácticamente sin dinero. El hambre que se estaba extendiendo por las ciudades por la falta de distribución de alimentos y la interrupción del trabajo hizo que los migrantes tomaran la decisión de regresar a sus hogares en la India rural. Los numerosos casos de violencia policial ejercida contra los trabajadores migrantes en las ciudades aumentó sus deseos de regresar a casa. El estado respondió lamentablemente y se negó a poner en marcha infraestructuras de transporte especiales que facilitarían los desplazamientos. La combinación de estos factores obligó a los trabajadores migrantes a caminar distancias desde los 100 hasta los 1000 kilómetros para escapar de las garras de la explotación en las ciudades y los sesgos a favor de la clase alta del estado. Cuando el gobierno central decidió reabrir el transporte, fue a causa de las protestas generalizadas frente a los viajes que los trabajadores migrantes se veían obligados a emprender. El coste de los viajes en tren o autobús, que deberían haber sido financiados por el estado teniendo en cuenta los empleos jornaleros de muchos trabajadores migrantes, era alto, forzando a muchos a elegir el camino a pie de vuelta a casa por culpa de los precios.
Entonces, ¿qué futuro espera a los trabajadores migrantes en India después del COVID-19? El gobierno central de India, dirigido por el Primer Ministro Narendra Modi, anunció el 13 de mayo el paquete Aatmanirbhar Bharat Abhiyan (“India Autónoma”) de 20 lakh crore de rupias (20 billones). El objetivo principal de este segundo paquete es servir de estímulo para fortalecer la economía india. El paquete conlleva muchas reformas políticas, como la apertura de muchos sectores hasta ahora públicos a los actores privados, apoyo financiero a microempresas y PYMES y reformas en el sector bancario público. Una vez más, sin embargo, se han ignorado los problemas de los trabajadores migrantes, ya que el paquete no incluyó las transferencias directas de dinero que la oposición y las organizaciones de la sociedad civil habían recomendado al gobierno.
Sin duda, el gran cambio de política que ha traído el segundo paquete de ayudas fue el aumento condicional de los límites de deuda estatales del 3% del PIB al 5%. Lo que se debe mirar con atención es la cláusula condicional de este aumento de la deuda. La precondición más significativa es la mejora de la facilidad de hacer negocios para atraer inversiones capitalistas. Teniendo en cuenta las circunstancias actuales, este cambio sería muy perjudicial para los intereses de la clase trabajadora migrante debido al impacto que tendría sobre la legislación laboral. Estados como Uttar Pradesh, Madhya Pradesh, Punyab e Himachal Pradesh ya han procedido a suspender leyes en materia laboral durante un periodo de tiempo considerable. La reforma del derecho laboral permitirá a las compañías ignorar la ley de salario mínimo y abusar de las horas de trabajo y las normativas de seguridad. Este cambio concuerda perfectamente con la agenda de reformas neoliberales del Partido Bharatiya Janata para la economía india, y la distracción de la pandemia les ha permitido hacer esto sin oposición, convirtiendo a la clase trabajadora migrante en un daño colateral.
La atención del gobierno al lado de la demanda de la economía, sin abordar el impacto de esta crisis en el consumo, muestra su sesgo a favor del sector privado y la clase capitalista y su desprecio absoluto por la mano de obra que hace funcionar la economía. Este desprecio por los trabajadores migrantes en India es una fusión de la privatización y la asignación histórica del trabajo según el sistema de castas, que menosprecia el trabajo manual realizado por los trabajadores migrantes. Hasta que estos sesgos inherentes del gobierno indio sean contrarrestados, el futuro de los trabajadores migrantes se anuncia sombrío.
Rashad Khan
Rashad Ullah Khan ha obtenido recientemente un Grado en Ciencias Sociales del Tata Institute of Social Sciences en India. Desea estudiar en profundidad cuestiones relacionadas con la conexión entre el conocimiento y la sociedad a partir de un marco interseccional, con el objetivo de asegurar que aquellos que han sido marginados históricamente quedan incluidos en los discursos convencionales.