Lo que se aprende a través de la música: Un regalo de Venezuela para Perú
JAVIER ORMENO | 20 FEBRERO 2021 | ROUTED Nº14 | TRADUCIDO DEL INGLÉS POR EL AUTOR
Captura de pantalla del Concierto de Navidad, Gran Teatro Nacional del Perú, disponible en Youtube.
El 18 de diciembre de 2020, Día Internacional del Migrante, 75 músicos de la Orquesta Filarmónica Roraima y la Orquesta Juvenil Bicentenario de Perú se reunieron en Lima para ofrecer un Concierto de Navidad con un repertorio de villancicos peruanos, venezolanos y del mundo. El concierto de este año, organizado y lanzado en línea debido a la pandemia, se inspiró en eventos previos organizados por la Orquesta Filarmónica Roraima, un conjunto de migrantes venezolanos, en la capital de Perú.
La idea tras el concierto fue construir puentes y honrar la amistad entre migrantes y comunidades de acogida. Entrevisté a cuatro miembros de la orquesta y de la Asociación Cultural Peruano-Venezolana (Fundación Roraima). Estas personas han usado sus conocimientos, redes y habilidades para construir una mejor sociedad en el país que las ha acogido.
Estos músicos tienen en común haber crecido en el sistema de orquestas de Venezuela, una iniciativa sin fines de lucro que promueve valores y el cambio social a través del aprendizaje de la música. Desde su fundación en 1975 por el músico y educador José Antonio Abreu, se ha expandido en todo el territorio venezolano con una red de instructores y grupos de estudio. Gracias a auspicios privados y estatales, el sistema ofrece a niños y niñas de todo origen la alternativa de involucrarse en la cultura, manteniéndolos alejados del crimen y el abuso de sustancias.
El esquema virtuoso es simple: los estudiantes se inician en grupos pequeños y van accediendo con disciplina y talento a los grupos locales o provinciales o a las orquestas nacionales. Durante todo el proceso, desarrollan sus habilidades y ayudan a otras personas a desarrollar las suyas.
Este es el caso de Iván, quien antes de migrar a Perú era parte de las dos principales orquestas, incluyendo la Orquesta Sinfónica Simón Bolívar que actualmente presta su nombre a la organización “Fundación Musical Simón Bolívar”.
Iván reconoce el impacto positivo que ha tenido la música en su vida y en las vidas de muchos estudiantes y colegas. Piensa que las habilidades que aprendió a través de la música —como la paciencia y la habilidad de planificar su tiempo y recursos— le ayudaron a sobrellevar las dificultades al migrar y esforzarse para lograr formar parte de la Orquesta Nacional del Perú. “Cuando empiezas de niño te das cuenta que tienes que organizarte para balancear las labores escolares y la música”. Iván quiere continuar compartiendo su amor por la música. Para él la música no debería ser algo de unos pocos sino algo que sale del pueblo para el pueblo.
Catherine, presidenta de la Asociación Cultural Peruano-Venezolana, nos cuenta que con el concierto aspiran a devolver algo a la sociedad que los ha recibido. Ella es parte de aquellas personas con doble nacionalidad que emigraron a Venezuela en los años ochenta y regresaron a Perú hace unos años. Catherine ha pasado los últimos dos años fortaleciendo la asociación y buscando financiamiento. Aunque la instrucción se realiza de manera voluntaria, el mantenimiento de las herramientas e instrumentos puede ser oneroso. Ella cree que “nuestro regalo son las habilidades y valores que vienen envueltos en un paquete musical.”
Carlos, el gerente de la asociación, nos cuenta que se trata más de devolver a la sociedad e imbuir en la niñez ciertas habilidades como la disciplina, el respeto, la responsabilidad y el trabajo en equipo. “Es posible hacer música de manera independiente pero si quieres tocar con otras personas, tienes que coordinar, separar tiempo para practicar, ser puntual… cuando tocas con otras personas, te guían la vibración y la emoción... Todo esto se aprende a través de la música y son habilidades que se quedan contigo aunque decidas estudiar otra cosa”.
Pablo, miembro del coro de la asociación, llegó a Perú hace tres años. Él piensa que además de la disciplina dada por la práctica de la música, cantar mejoró su capacidad de expresarse y relacionarse con personas de diferentes medios de vida. El canto mejora la capacidad pulmonar, la vocalización y pronunciación; y la interpretación de roles le ayuda a uno a ponerse en el lugar de otras personas. “Cuando cantas con otra persona, tu cuerpo reacciona a la vibración, esto es algo que ha sido difícil durante las cuarentenas: no se puede reproducir la retroalimentación corporal”. El coro de la asociación reúne a cuarenta cantantes de Perú, Colombia, Venezuela y Cuba. Es un ejemplo de lo que se puede conseguir en un entorno de apoyo multicultural.
La asociación se ha expandido a otras áreas de las artes escénicas. Planean llevar a escena el Cascanueces de Chaikovski a finales del 2021, con la participación del coro, la orquesta y el ballet. Esto es otra muestra de lo que se puede lograr trabajando en equipo, más allá de toda la labor invisible que implica promover valores y transformar la sociedad a través de la música y las artes.
Si aún les ronda el espíritu navideño o si les gustan los conciertos, les invito a ver el Concierto de Navidad: Un regalo de los migrantes mientras esté disponible en Youtube.
Pueden contactar con la asociación en su página de Facebook.
Javier Ormeno
Después de estudiar filosofia en su Lima natal, Javier se dedicó a la acción humanitaria con la Cruz Roja (2008-2019). Sus estudios de maestría en Derechos Humanos (UCL) fueron una oportunidad de reconectarse con la academia y articular su experiencia. Su investigación vincula el arte y la justicia en general (justicia trancicional, derechos LGTB+, migración e identidad). Además de estar vinculado al Teatro de la Transformación, es tutor de investigación de Diplo Foundation. Su interés en el performance y la cerámica está vinculado con su declarada adicción al té verde.