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La Agencia de Migración Sueca y la precariedad de la (in)movilidad durante la pandemia de COVID-19: Deportabilidad y la prioridad del beneficio económico sobre la salud pública

GLORIA GEMMA  |  24 DE OCTUBRE 2020  |  ROUTED Nº12  |  TRADUCIDO DEL INGLÉS POR MAGDA R. DEHLI
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Definida como “surrealista”, la estrategia sueca frente al COVID-19 ha sido notablemente diferente a la de otras naciones europeas, basada sobre todo en medidas voluntarias para reducir el contagio del virus. Una de las escasas medidas obligatorias instituidas por Suecia fue pasar las clases universitarias al formato virtual. Sin embargo, incluso esta acción careció de un plan nacional estricto, y su implementación a largo plazo ha sido como mínimo ambigua. Las estrategias de reapertura han quedado en manos de las propias universidades, que han adoptado una variedad de perspectivas. Las Universidades de Gotemburgo y Malmö declararon que continuarían la enseñanza de manera remota durante el semestre de otoño, mientras que otras optaron por una reapertura más gradual durante la primavera o el otoño. Casi una semana antes de que terminase el semestre de primavera, la situación —ya precaria— tomó un giro inesperado cuando la Agencia de Migración Sueca anunció que los permisos de residencia ya no estarían garantizados para aquellos estudiantes internacionales cuyos programas habían pasado a ser virtuales.

 

Este anuncio afectó tanto a los estudiantes internacionales como a las instituciones educativas suecas. Los estudiantes no europeos que ya habían sido admitidos y estaban preparándose para trasladarse a Suecia vieron peligrar sus futuros estudios y su trayectoria vital ante esta decisión. Mientras, los estudiantes no europeos ya residentes en Suecia se enfrentaron a la posibilidad de que su visado no fuese renovado para el curso siguiente. Esta última forma de precariedad puede verse como una (in)movilidad doble. Como titulares de visados inestables y de caducidad próxima durante una pandemia global, los estudiantes internacionales no podían regresar a sus países de origen debido a las prohibiciones de viaje por el COVID-19, ni quedarse en Suecia si no se renovaba su visado. Los estudiantes no europeos han quedado abandonados por el estado sueco en unas condiciones de precariedad y deportabilidad. La deportabilidad no se refiere a la orden de deportación en sí misma, sino al estado precario producido por el derecho migratorio. Cuando hablamos de deportabilidad, señalamos a la producción legal de un sujeto deportable que se enfrenta a la posibilidad de recibir una orden de deportación, junto con la posibilidad de ser sustraídos de sus redes sociales y vidas cotidianas. En este sentido, los estudiantes no europeos en Suecia se encontraron en una situación cuya resolución es incierta. Atrapados en un limbo legal y personal, viven con el temor de que les obliguen a marcharse de Suecia y abandonar su formación académica.

 

En respuesta a la decisión de la Agencia de Migración, todas las universidades suecas cambiaron de estrategia y optaron por regresar a la enseñanza presencial en el semestre de otoño. Sin embargo, la decisión de reabrir poco a poco no mejoró completamente la situación legal de los estudiantes no europeos, ya que necesitan asistir estrictamente al 50% de las clases de manera presencial para que se les garantice el permiso de residencia. En el momento en el que se escribe este texto, los estudiantes sin visado siguen esperando a que se renueven sus permisos de residencia. Parece poco probable que la Agencia de Migración Sueca vaya a rechazar todos los visados pendientes en la actualidad, pero es posible que continúe postergando su decisión en los casos más inciertos, tal vez esperando que estos estudiantes no europeos se marchen de Suecia tan pronto como termine el curso en junio. En cualquier caso, la incertidumbre sobre la situación de los estudiantes internacionales en Suecia persiste.

 

Por otro lado, las instituciones educativas quedaron en una posición difícil. Debido a las decisiones de la Agencia de Migración, las universidades suecas tuvieron que elegir entre garantizar la seguridad y la salud de sus estudiantes y trabajadores, y asegurar que sus estudiantes internacionales pudiesen obtener permisos de residencia. Hay que reconocer que las universidades tienen un interés económico al garantizar que sus estudiantes internacionales consigan permisos de residencia. La costosa matrícula que pagan representa una de las principales fuentes de ingresos de los programas internacionales. Reabrir los campus, además, proporcionaría un ingreso estable a las empresas de alojamiento estudiantil. Desde el principio de la reapertura, se dio prioridad para las clases presenciales a los estudiantes de primer año, con el argumento de proteger su proceso de aprendizaje, más vulnerable. Esta decisión garantizó la estabilidad económica de las empresas de alojamiento ya que permitió matricularse a nuevos estudiantes internacionales.

 

El plan puesto en marcha por la Agencia de Migración Sueca ha convertido a la educación sueca en una opción menos atractiva. Esta dinámica también podría reflejar la creciente actitud de rechazo de los inmigrantes en Suecia. De manera más general, puede sostenerse que dar prioridad al beneficio económico por encima de la salud pública nacional representa un fracaso importante del enfoque político socialista de Suecia y del propio estado de bienestar sueco. Aunque Suecia siempre se ha presentado a sí misma como una democracia social, ha fracasado a la hora de reflejar sobre las acciones realizadas durante la pandemia con una perspectiva crítica. Los brotes de COVID-19 están extendiéndose en la actualidad en las ciudades universitarias, y la tasa de contagio está aumentando en todo el país. Aunque es necesario seguir investigando para determinar si esto es el resultado del regreso de los estudiantes a los campus, está claro que el beneficio económico se ha puesto por delante de la protección de la salud pública.

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Gloria Gemma

Gloria Gemma es estudiante de segundo año del Máster en Estudios Étnicos y Migratorios de la Linköping University, Suecia. Durante sus estudios, se ha interesado por la teoría crítica y las perspectivas decoloniales e interseccionales. Amante casi compulsiva de la metodología cualitativa, ha descubierto recientemente su pasión por las plantas, y en la actualidad cuida más de una decena de ellas en su habitación en Norrköping.

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