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Barcos al pairo, capitanes a juicio: Cómo Europa impone la inmovilidad

REBEKKA FIEDLER  |  19 DE ABRIL 2019  |  ROUTED Nº3  |  TRADUCIDO DEL INGLÉS
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Al imponer la inmovilidad sobre los barcos de rescate, los estados miembros de la UE ponen deliberadamente a las personas en riesgo de ahogarse en el Mediterráneo.

Hace apenas unos días, el barco de rescate Alan Kurdi salvó a más de 60 personas cerca de la costa libia. Paradójicamente, ahora Italia y Malta deniegan el permiso para atracar en sus puertos al buque, bautizado en honor al niño sirio ahogado y arrastrado por la marea hasta una playa turca en 2015. El barco está operado por la ONG alemana Sea-Eye. Los miembros de la tripulación llevan ahora días bloqueado en el mar.

 

Alemania aceptó acoger a algunos de los refugiados, pero el ministro alemán de Interior Seehofer dijo que otros Estados miembros de la Unión Europea también debían ofrecer hospitalidad. Como tantas otras veces, la UE se enfrenta a una situación de impasse en la que el derecho del mar se presenta como un escollo. Basándose en los detalles jurídicos, los Estados de la UE se niegan a permitir que los barcos de rescate entren en sus puertos. Sin embargo, lo que hay detrás de estos debates es la falta de voluntad de asumir su responsabilidad.

El pasado junio, esta falta de voluntad culminó en un incidente de una absurdo difícil de superar. Está vinculado con la historia de Claus-Peter Reisch. Como capitán del barco de rescate Lifeline, en una ocasión salvó la vida de 234 refugiados cerca de la costa libia. De forma similar a los acontecimientos actuales, aquellos que acababan de escapar de las olas quedaron ahora bloqueados en el barco durante varios días, dado que ni Malta ni Italia estaban dispuestas a permitir que el barco atracara. Finalmente, Malta permitió fondear al barco. Al llegar, el capitán Reisch fue arrestado por la policía maltesa, ya que las autoridades habían abierto una causa judicial contra él por violación del derecho internacional. Malta lo acusó de entrar en sus aguas sin estar debidamente matriculado. Reisch insiste en que el buque zarpó con bandera holandesa y estaba correctamente matriculado en Ámsterdam como puerto de origen. Tras la primera vista, Reisch fue puesto en libertad bajo fianza - 10 000 euros. Aunque la embajada alemana estaba presente en las vistas, Reisch dijo que no se había sentido demasiado apoyado por el gobierno alemán. Instó a las autoridades a iniciar una misión de rescate marítimo comandada por el Estado alemán, algo que no ha sido aún puesto en marcha.

 

Reisch sostiene que su “misión era salvar a 234 personas” que “no era consciente de haber cometido ningún delito”. Más aún, criticó a la UE por las duras acciones contra las misiones civiles de rescate marítimo, preguntándose “¿En qué clase de mundo vivimos que se trabaja con mayor ahínco contra las misiones de rescate que contra las muertes de personas?”. A fecha de abril de 2019, el juicio continúa y el fallo está previsto para el 19 de mayo de este año.

La historia del capitán Reisch muestra una triste realidad: mientras se suceden las disputas sobre derecho marítimo, Europa sigue manteniendo a los migrantes bloqueados en el mar. Los capitanes que arriesgan sus propias vidas para salvar a otros tienen que temer las consecuencias legales, en lugar de ser condecorados por su servicio. Los Estados de la UE necesitan reconsiderar seriamente sus acciones. Al imponer la inmovilidad sobre los barcos de rescate, ponen deliberadamente a las personas en riesgo de ahogarse en el Mediterráneo.

 

No obstante, siempre hay una luz de esperanza. Con el hashtag #sea-bridge, miles de personas salieron a las calles de Hamburgo para manifestarse a favor de los rescates en el Mediterráneo en las semanas que siguieron al arresto de Claus-Peter Reisch. En reacción a este problema, más de 200 diputados alemanes formaron una alianza para proteger a los migrantes en el mar. Exigen el reconocimiento de que el rescate civil en el mar es necesario; una coalición a nivel europeo para admitir a quienes son rescatados en el mar; más apoyo del Ministerio de Interior a las comunidades que acogen refugiados; y la liberación de todos los refugiados encerrados en los campos de internamiento en Libia.

 

Estos son solo los primeros pasos para reconducir el rumbo. Muestran que nos preocupamos y que no hemos olvidado del todo nuestra humanidad. Pero en la actualidad solo queda un buque civil de rescate: el Alan Kurdi. Así que tenemos que avanzar más deprisa.

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Rebekka Fiedler

Rebekka Fiedler obtuvo recientemente un Máster en Estudios Migratorios en la Universidad de Oxford. Actualmente vive en el Reino Unido, pero creció en una pequeña ciudad de Alemania del Este. El verano de 2015, el punto álgido de la “crisis migratoria”, la dejó con muchas preguntas, la mayoría de las cuales no tuvieron respuesta por parte de los principales medios de comunicación. Le interesan los matices de las definiciones de quién es un inmigrante y cómo se entiende su integración en la sociedad. Su trabajo final de máster examinó la producción política de la Ley de Integración alemana. Rebekka aspira a contribuir a unir las conversaciones académicas y del día a día sobre movilidad humana.

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